También sabemos que muchos individuos desean enterarse
sólo de lo que previamente les gusta o aprueban, pretenden ser reafirmados en
sus ideas o en su visión de la realidad nada más, y se irritan si su periódico
o su canal favorito se las ponen en cuestión. Sólo aspiran a ser halagados, a
cerciorarse de lo que creen saber, a que nadie les siembre dudas ni los obligue
a pensar lo que ya tienen pensado (es un decir). Nuestra capacidad para
tragarnos mentiras o verdades sesgadas es casi infinita, si nos complacen o dan
la razón. El autoengaño carece de límites.
Javier Marías
En el momento en que empiezas a justificar los errores
y abusos de los tuyos porque son de los tuyos (o porque parecen o dicen que lo
son), empiezas a corromperte; es decir, empiezas a perder la razón. […] un
error o un abuso son un abuso o un error lo cometa quien lo cometa, y casi
estamos más obligados a denunciar los de los nuestros que los de los demás. Para
no corrompernos. Para no perder la razón. Pero sobre todo para no perder la
decencia.
Javier Cercas
Nota Aclaratoria: para una cabal comprensión de esta reflexión, se sugiere al lector que
se remita al audio completo de la entrevista a que se hace referencia en el
siguiente vínculo: http://www.wradio.com.co/oir.aspx?id=1462922
El pasado 29 de abril, un poco antes de mediodía, oía yo la radio en mi
infaltable transistor de pilas cuando, rodando el dial como de costumbre, me
topé con una entrevista que de inmediato absorbió toda mi atención: los
periodistas Camila Zuluaga y Yamit Palacio, de La W, anunciaban al senador
Jorge Enrique Robledo quien, también según costumbre, agradeció la llamada y
envió un saludo a los oyentes. Pero las buenas maneras que para mí como
ciudadano seguidor asiduo de los avatares políticos de la nación caracterizan
al senador, comenzaron a cederle su sitio al tono de exaltación y destemplanza
a que nos tiene habituados, verbigracia, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez,
mas no el congresista del Polo Democrático Alternativo, que llegó incluso a
amenazar con la cancelación de la conversación e incurrió en una imprecisión
que no se compadece con la realidad: llamar a la periodista “dueña” de una emisora de la que es
empleada. Y todo con un propósito que, a partir de ese punto de la entrevista,
repite el senador a modo de cantilena exculpatoria: hacer creer que los medios
de comunicación son cualquier cosa menos afectos a su partido: “Ahora, pero acépteme una cosa: uno puede
ser perseguido en los medios de comunicación; esa posibilidad también existe.
Esa posibilidad también existe. Ahora… (intento frustrado de interpelación de
la periodista) Hay medios de comunicación
que actúan contra el Polo; pero que además hay una cosa que es obvia… hagamos
este debate con franqueza. No hay un solo director de medio importante de
comunicación de Colombia que sea miembro del Polo. No hay un solo anunciante
fundamental de los que pagan los avisos en los medios de comunicación que sea
amigo o partidario del Polo. En estos días el doctor Juan Manuel López
Caballero, hermano del dueño de la revista Semana, hijo del presidente, del
expresidente López Michelsen, decía que a juicio de él los medios de comunicación
más que informar manipulaban la información porque tenían intereses en juego.
Puede ser exagerado o no, pero mire usted el, el problema del debate que
tenemos aquí. Entonces yo sí estoy seguro, primero, absolutamente seguro que el
uribo-santismo y el santo-uribismo y el petrismo están haciendo todo el
esfuerzo por destruir al Polo. Eso no me lo puede poner en duda nadie. Y
segundo, que hay medios de comunicación que de manera consciente o inconsciente
maltratan las cosas y le cargan… (intento frustrado de interpelación del
periodista) …nos turnamos pa’ hablar, le
repito, nos turnamos pa’ hablar. Ustedes hablan todo el día diez horas. A mí es
la primera vez que me llaman en no sé cuántos meses… -Senador, lo llamamos cada
semana; usted tiene aquí una vitrina permanente. -Graaacias, gracias, le
agradezco mucho, le agradezco mucho si me llaman seguido. El, el, pero lo que
le quiero decir es esto: esto que acabo de decir, de que puede, de, de estos
hechos que son ciertos, no quita que alguien del Polo no… no pueda haber
cometido un delito. Y si lo ha cometido, debe caer sobre él todo el peso de la
ley y debe ser sancionado… si eso es un asunto distinto. Pero no revolvamos
unas cosas con las otras. Es decir, no me diga que porque ya hubo acusación
entonces ya está condenado. Y no me digan que los medios de comunicación en
Colombia, todos absolutamente todos sin excepción, son arcángeles, que son
absolutamente neutros y no tienen opiniones políticas sobre las cosas, y sobre
todo no me digan que el santo-uribismo o el uribo-santismo, en acuerdo con el
petrismo, no están haciendo todo lo posible por destruir o debilitar o aplastar
al Polo Democrático Alternativo”.
Acto seguido y como era de esperarse, el periodista le refresca la
memoria -su muy mala memoria durante la entrevista- no solo en relación con la
frecuencia con que ese medio de comunicación lo convoca a él más que a ningún
otro miembro de su partido para que se pronuncie sobre diversos asuntos, sino
también en referencia a la defensa por parte de los hermanos Moreno desde la
comisión sexta del Congreso de la República de los intereses del duopolio
televisivo que representan los dos canales privados, dos de esos medios de
comunicación que, a decir del senador, perpetran una persecución sin tregua
contra su partido político. Una intervención periodística que origina el
siguiente reconocimiento, demasiado titubeante y retórico para mi gusto: “Eee, mi estimado Yamid, no, no, no, no
interprete o si me expliqué mal… corrijo y no tengo problema. De un hecho cierto
no se puede sacar una conclusión falsa. Sí, es decir, son las doce luego estoy
en Nueva York… Pueden ser las doce pero no estoy en Nueva York. Entonces, puede
ser cierto, y, y, y le voy a hacer un reconocimiento expreso: probablemente de
las grandes emisoras de donde a mí más me han llamado eee, desde que estoy en
el congreso ees, es La W, eso, eso es un hecho cierto. No lo voy a discutir, y
probablemente usted tenga razón en las garantías que le ha ofrecido a otros
sectores, pero eso no quita dos cosas, o tres cosas que son ciertas…”. Y
así hasta la náusea: la misma cantinela victimista y manida de siempre. Las
mismas excusas -argumentos lábiles- de que se sirven muchos de mis estudiantes
para no querer enterarse más que de la versión amañada de algunos profesores,
que los libra de la responsabilidad (la de informarse sin intermediarios y
sacar conclusiones) que tiene todo ciudadano y más aún uno que educa: los
medios de comunicación desinforman y manipulan; los opinantes de la política
son de bolsillo y de las entrañas de los oligopolios económicos y políticos del
país que son, a su vez, súbditos del imperio… etcétera, etcétera.
Olvida el congresista que ha sido en esos medios de comunicación
amañados y tendenciosos que tan pocas garantías parecen ofrecerle donde sus
luchas valerosas de opositor han tenido eco y cobrado fuerza. Durante los dos
períodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez, y ahora en lo que llevamos del
gobierno de Juan Manuel Santos, las páginas de El Tiempo, de El Espectador, de
la revista Semana, para solo mencionar la prensa escrita de mayor circulación,
y los micrófonos de las grandes cadenas radiales y las cámaras de los canales
privados de televisión han registrado los debates y vehementes intervenciones
del senador en defensa de sus principios personales y partidistas, así como de
la moral pública, que tanto respeto infunden. Son numerosas las entrevistas con
Jorge Enrique Robledo que una búsqueda minuciosa en Google arroja a propósito de,
entre otros temas, los más sonados casos de corrupción ocurridos entre 2002 y
2010, contra los que, junto con Gustavo Petro, fue aguerrido combatiente. Pero
resulta que justo cuando los mismos medios de comunicación lo convocan para que
se pronuncie sobre la corrupción perpetrada desde una alcaldía -no cualquier
alcaldía- que regenta su partido, aduce que todo puede llegar a tratarse de
manipulaciones y deseos soterrados de que la oposición ejercida por el Polo
Democrático Alternativo desaparezca o al menos se someta. ¿No debió, entonces
como ahora, expresar su descontento y su malestar respecto de la tendenciosidad
y el amaño que les endilga? ¿No debió, por el bien de la coherencia que se
atribuye y que muchos le atribuyen, hacer explícitos sus recelos sobre las
intenciones -desconocidas para él como entrevistado- que pudiera haber en
contra de quienes resultaban implicados en cada escándalo y sobre los que le
pedían que se pronunciara? ¿No debió, en fin, denunciar el uribo-polismo que se
concertó en el Concejo de Bogotá para defraudar así las finanzas de la ciudad
como a muchos electores del suspendido alcalde que no pueden por menos de
sentirse engañados?
Se me figura que, de tenerlo enfrente, Jorge Robledo me espetaría la
misma respuesta que les espetó a los periodistas de La W que aquella mañana
insistían en la necesidad de que el partido le pidiera la renuncia al alcalde
luego de que, la víspera, la Corte Suprema de Justicia librara una orden de
captura en contra de su hermano, Iván Moreno Rojas: “Yo repito: me parece muy grave que nos quieran obligar a pensar como
piensan nuestros contradictores, y si no pensamos como nuestros contradictores,
ya somos también dignos de ser llevados a, a la cárcel y al ostracismo
político. Yo creo que ese no es un estilo democrático…”. Exactamente la
misma respuesta que habrían podido dar el interpelado o su jefe inmediato,
hablo de Andrés Felipe Arias y del expresidente Uribe Vélez, cuando, a
propósito del escándalo Carimagua, intima Robledo: “Digamos por último esto ministro: usted debería renunciar a su cargo.
Debería renunciar porque usted viola la Constitución y la ley, como lo dice el
procurador en el caso de la hacienda Carimagua. Viola la Constitución y la ley,
a mi juicio, en el tema de la lógica de la tierra, porque como lo demostró aquí
usted lo que es, es partidario del modelo malayo, y la Constitución dice otra
cosa. Y debe renunciar porque faltó a la verdad en materia gravísima, de
demasiadas maneras. Con franqueza le digo que tiende a crecerle la parte más
protuberante de su cabeza…”, conminación que puede oírse en Youtube. Exactamente
la misma respuesta que habría podido dar el ex presidente Uribe cuando, a
propósito de la captura del hermano (¡vaya una coincidencia!) de su ministro del
interior y de la justicia, Fabio Valencia Cossio, declaró el senador Jorge
Enrique Robledo a Semana.com el 9 de septiembre de 2008, en una nota
periodística en la que se lee:
“El paso del ministro Valencia por la cartera de la justicia ha estado
empañado por cuenta de las investigaciones por nexos con narcotraficantes
contra su hermano Guillermo Valencia, quien fungió hasta hace unas semanas como
director de fiscalías de Medellín. Citan al debate los senadores Jorge Robledo
y Jaime Dussan del Polo Democrático. El argumento con el que pedirán su
renuncia es como lo dijo Robledo a Semana.com “un asunto de responsabilidad
ética y política”. Para Robledo, si bien nadie es culpable de tener un hermano
enredado con la justicia, el ministro Valencia Cossio debe renunciar pues
también es el jefe político de su hermano.
Pero el cuestionamiento que plantea el Polo, no sólo irá dirigido al
ministro. Robledo adujo que era el presidente quien debía removerlo de su
cargo.
“No se entiende por qué el presidente Uribe lo quiere atornillar en su
puesto, sin ninguna razón de Estado. Sólo porque es su amigo. Un ministro tiene
un compromiso social y por ser el ministro de justicia debe renunciar”, dijo
Robledo.
El senador también argumentó que en un Estado “más serio” la renuncia
del ministro Valencia habría sido automática…”.
¿Acaso la renuncia de Samuel Moreno no era, senador Robledo, “un asunto de responsabilidad ética y
política” de la que debía dar cuenta no solo él, sino también el Polo
Democrático Alternativo? ¿No será que con la reticencia y la tozudez mostradas
por el partido a la hora de exigirle al alcalde su renuncia se abonó el terreno
para que alguien más inquisitivo que los periodistas en cuestión le hubiese
expresado a usted que no se entendía por qué al doctor Samuel Moreno se lo
quería “atornillar en su puesto”,
como no fuera por la amistad que lo une a cuadros muy poderosos del Polo?
¿Acaso el alcalde de una ciudad como Bogotá no tiene un compromiso social igual
o si se quiere más grande que el de un ministro? ¿Debemos acaso contentarnos
con pensar en que en un Estado “más
serio” el desenlace del escándalo de corrupción de que fueron protagonistas
miembros del partido, que, por mucho que usted lo diga, no puede sustraerse a
la responsabilidad que le cabe, habría sido la renuncia motu proprio del alcalde o en su defecto la exigencia sin ambages
del partido para que lo hiciera?
Pero prosigamos con la entrevista. Al menos dos cosas más llaman
poderosamente la atención en relación con los argumentos esgrimidos por Jorge
Enrique Robledo el pasado 29 de abril en La W.
Arguye con bastante razón el senador pero con bastante desmemoria
también por su parte, que a nadie se lo debe condenar a priori; que deben ser los jueces quienes finalmente lo hagan:
certísimo. Que no son los medios de comunicación la instancia indicada para que
al implicado en una denuncia se le enjuicie antes de que la justicia lo haga:
certísimo. Que toda persona tiene derecho al debido proceso: certísimo. Las
palabras de la periodista y la consiguiente réplica del entrevistado resultan
harto elocuentes: “Pero, senador Robledo,
entendiendo lo que usted nos está diciendo, más allá de que las
responsabilidades son personales, sí hay una responsabilidad de la
colectividad, en donde personas que hacían parte del partido de ustedes, que
estaban siendo cuestionadas, hoy, un senador de la república en la cárcel,
hermano, hermano del alcalde de Bogotá, el Polo Democrático su partido, le haya
brindado un apoyo irrestricto, cuando ustedes han sido los primeros críticos, y
si no me equivoco usted, cuando estaba en problemas el hermano del ministro del
interior, del ministro del interior Fabio Valencia Cossio, eran los primeros
críticos y decían que no podía ser un ministro… del interior tener un hermano
vinculado con la parapolítica. Igualmente también las críticas que se hacían
cuando estaba la canciller Araújo con también su hermano vinculado con la
parapolítica, esas mismas críticas llovían por parte de ustedes. ¿No creen que
con esa mi, con esa misma regla deberían medir ustedes a su partido y al
accionar de su partido y las personas que están inmersas en escándalos de
corrupción, hoy un senador preso?”. “Bueno, permítame le contesto su
pregunta-editorial en dos partes; los dos aspectos que toca. Primero aquí a
nadie del Polo se le ha dado ningún respaldo irrestricto a ningún acto
indebido. Eso, eso es una afirmación falaz. A ningún acto indebido se le ha
dado respaldo por parte del Polo a nadie, absolutamente a nadie. Aquí lo que
tenemos es un caso, si somos objetivos y, y respetamos el debido proceso que es
una cosa elemental de la democracia, en que hay quienes en Colombia acusan a
otras personas de haber cometido actos delictivos; esa es la situación en la
que estamos. Los principales acusadores que hay en este caso son nada menos que
la familia eee, eee, la familia Name, que es una familia que ha reconocido ya
tener una especie de organización delictiva para defraudar el erario y hacer
todo tipo de cosas. Esos son los acusadores. Que sean delincuentes los
acusadores no los descalifica de plano, pero es un elemento para tener en
cuenta. Ahora, los acusados han dicho que no es cierta la acusación. Han dicho
que no es cierta la acusación. Entonces aquí tenemos un problema: unos dicen
que cometieron unos delitos, y los acusados dicen que no los cometieron. ¿Cómo
hacemos para saber cuál es la verdad del asunto? ¿Usted la sabe? ¿La sabe La W?
¿Quién sabe cuál es la verdad de ese asunto? Como no se sabe, la tendrán que
establecer los jueces. Quién más va a establecer la verdad sobre el asunto, que
es enredado y que ya, y que repito: tiene unos delincuentes como acusadores.
Delincuentes que además está probado por documentos eee, explicados por ellos
que su salvación consistía en, en hundir a los Moreno. Y que se han movido para
acordar con altos miembros de la justicia colombiana una actitud de alianza en
contra de los dirigentes del Polo. De modo que…”.
¿Podría deducirse entonces de las palabras del congresista que sus
debates políticos han tenido lugar solo después de que la justicia falla en
contra de los implicados en los escándalos de corrupción perpetrados por
cuantiosos miembros de la coalición de partidos que gobernaron a nombre de lo
que dio en llamarse el uribismo? ¿Qué sus denuncias y debates jamás se valieron
de otras denuncias hechas por delincuentes confesos, o que solo las utilizó una
vez los jueces constataron su veracidad? Si así hubiese sido, dada la lentitud
con que en muchas ocasiones se falla en nuestro país, el congresista no habría
podido adelantar muchos de los memorables debates que con éxito ha adelantado
desde su curul senatorial. Ah, pero se me quedan dos preguntas entre el
tintero: ¿a qué “altos miembros de la
justicia” alude el entrevistado cuando habla de una componenda entre estos
y enemigos del partido “en contra de los
dirigentes del Polo”? ¿Pero es que la justicia colombiana no se salva de
recibir señalamientos ni siquiera de políticos que, como el congresista
Robledo, abogaban no mucho ha por el acatamiento y el respeto a los fallos
judiciales?
Por si tanto exabrupto fuera poco, saca de no sé dónde el entrevistado
una tesis que pretende, entre otras cosas, explicar la razón de que el Polo
Democrático Alternativo rehusara pedirle su renuncia al alcalde, que de esto
va: “Y lo segundo hay una diferencia que,
que se olvida. El doctor Valencia Cossio era un, un, un ministro nombrado por
el presidente de la república. Aquí estamos hablando de colombianos elegidos
por los ciudadanos. Elegidos por votaciones importantes además, pero así no lo
fueran… son voceros de ciudadanos, de colombianos que votaron por ellos, y eso
marca una diferencia. Ahora, quien no entienda estas diferencias entre ser
nombrado y elegido para asuntos de los análisis políticos, poco entiende a mi
juicio de criterios de tipo democráticos. Estas son las razones entonces que
nos llevan a nosotros a sostenernos en la idea de que vamos a esperar con
tranquilidad cómo avanza el proceso y cómo se desarrolla, y dependiendo de las
decisiones que tome la justicia el Polo Democrático Alternativo tomará las
decisiones que le corresponden”. Pues es con esa misma lógica tan peregrina
que mandatarios funestos del tipo Fujimori, Ortega, Uribe, Chávez, para solo
mencionar unos pocos, se aferran al poder: parapetados tras votaciones altas o
altísimas, se sienten voceros sempiternos de aquellos que los eligieron,
olvidando o soslayando, como olvida o soslaya el entrevistado, que un cargo de
elección popular, incluso más que cualquier nombramiento de cualquier servidor
público, debe estar presto al escrutinio de todas las fuerzas vivas de la
democracia, la prensa entre ellas.
Déjenme, señor Robledo y señores del Polo Democrático Alternativo,
terminar con una reflexión de ciudadano no militante de ninguna facción
política pero observador de todas y votante potencial de cualquiera que logre
persuadirlo con la fuerza de sus argumentos. Lo complicado de pontificar sobre
la moral pública y las buenas costumbres políticas sobreviene cuando se ostenta
el poder, pues es solo entonces cuando el discurso moralizador de partidos
políticos como el suyo se pone a prueba.
Y lo menos que puede pedirse, ante una crisis como la que por estos días
enfrenta el único sector político actualmente en la oposición, es que actúe
conforme a sus principios; que no invoque para sí garantías democráticas que no
ha concedido a otros; que no tire la basura bajo la alfombra del subterfugio y
la marrullería, que tanto fustigan en los demás. Porque, de seguir actuando con
la inconsecuencia y la obstinación con que lo vienen haciendo, les va a pasar
lo que las palabras de Jorge Enrique Robledo le predijeron a Andrés Felipe Arias
en su debate-Carimagua: les va a seguir creciendo la parte más protuberante de
la cabeza. Y creo que los colombianos sensatos estamos hartos de políticos narizones.
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