sábado, 13 de mayo de 2023

Desahogos que se me traspapelaron, todos breves o muy breves I

201. Tengo la sensación de que si usted hubiera sido el niño ciego que yo fui y que estuvo tanto tiempo a merced del miedo que les tuvo a los mellizos Ramírez en el instituto para ciegos -una gran mentira porque ellos dos y otros tantos veían casi tan bien como los videntes que los dejaban hacer- en que cursó la primaria; de que si usted hubiera sido la profesora que fue mi ex alumna Maritza Medina en varios colegios públicos de Bogotá en los que distintos angelitos y en momentos distintos la mandaban a comer mierda y la trataban de “ciega piroba” o de “ciega hijueputa”; de que si usted hubiera visto -sucede a diario- a otro inadaptado en uniforme escupirle la cara a un amigo mío cuando le entregó un examen con una nota reprobatoria; de que si usted estuviera viendo, en fin, a muchos papás y mamás aterrorizados de los energúmenos que tienen por hijos o a esos mismos energúmenos e inadaptados destrozando impunemente mobiliario urbano o violando en grupo a niñas o a niños menores que ellos y del todo inermes, en baños de colegio o de centro comercial, coincidiría conmigo en que no es esto lo que procede sino la bendita casuística: “…nada que no resulte conocido a incontables colegiales de mi generación. Por aquel entonces, en vez de cinto, se estilaba la regla de madera, larga como vara de boyero. No era ajeno a nosotros el hábito de ir a clase amilanados. En casa la autoridad del maestro no se discutía; en consecuencia, callábamos. Yo recuerdo con nitidez el chasquido que producen las mejillas infantiles al ser abofeteadas por la mano de un adulto. Eso sí, te daban por tu culpa y para tu provecho, para que aprendieses a respetar, para que fueses árbol que crece recto, para forzar la laboriosidad y fomentar atributos (¿masculinos?) asentados en la obediencia sin restricciones. Te decían: ‘La letra con sangre entra’. Lo que también entraba o podía entrar a edad temprana era la idea de que la violencia es un correctivo destinado a fines nobles. Peligrosa enseñanza cuya aplicación creo observar a veces en ciertos comportamientos y actitudes repetidos en la sociedad actual. Algo aprendí después por mi cuenta: cuídate de los que creen hacer el bien a golpe limpio, no digamos a tiros y bombazos”.

 

Se equivocaban los profesores y padres de familia de los niños de su generación y de todas las anteriores al creer que los castigos físicos y las bofetadas debían repartirse aquí y allá y sin distingos, y se equivocan, sólo que más crasamente, los bien intencionados que como usted abogan por la abolición definitiva de un recurso que debe y deberá siempre estar reservado para los matones de salón de clases y, si me apuran, también para los indiferentes y los solapados que los azuzan o les guardan la espalda con su silencio. Mejor dicho y para que nos entendamos: si yo hubiera sido profesor, en cualquier instancia, de un Putin, un al-Assad, un Lukashenko o un Ortega, no me perdonaría el no haberlos humillado y abofeteado una y mil veces en presencia de sus acosados si, como me temo, fueron los Ramírez de sus colegios.

 

202. No veo por qué no pueda hoy un ciego, un sordo, un paralítico y una fea -ténganme paciencia que un día de éstos me ocupo de otras desgracias- aprovechar estos tiempos de autopercepción para exigir, si se precisa mediante fallo judicial y en su orden, la licencia de conducción, ser integrante de un jurado en un concurso de música clásica, pertenecer a la selección de fútbol de su país con miras a un Mundial o la corona de misuniverso. ¿Acaso mi vecina, con semejantes tetas y esa voz tan dulce que acaricia, o mi vecino, con tremendo bigote y herramienta entre las piernas, no alegan que se llaman ahora ella Ramiro y él Angélica? ¿Por qué ellos sí y nosotros no? ¿Van ustedes a privarme del derecho de sentirme vidente no más porque si no ando con mi bastón blanco me doy contra las paredes o me precipito dentro de la primera alcantarilla sin tapa que encuentre saliendo de la casa? ¿Le van ustedes a negar a mi amigo el sordo, que jamás podrá establecer si quien canta es un desafinado cualquiera o un Camilo Sesto, la posibilidad de que vote por la mejor interpretación del Concierto para piano y orquesta número 2 de Brahms? ¡Protesto! Si mis amigos el paralítico y la fea se autoperciben un gran atleta él y la más irresistible de las criaturas ella, ¿quiénes son ustedes para decirles que renuncien a ese derecho que, felizmente, consagra la absurdidad de nuestro presente?

 

203. A mí que me expliquen por qué las ultrafanáticas del feminismo no han resucitado a Julio Ramón Ribeyro para que las conduzca al paradero del violador sin castigo de su prosa apátrida número 8. ¿Que porque el pobre diablo es inimputable lo van a dejar ustedes, entrañables virtuosas, sin el castigo que se merece, cual si de todo un Neruda se tratara? Les cuento que me están decepcionando.

 

204. ¿Quién, entre el grueso de los políticos del mundo y el grueso de los médicos del mundo, que juran por patrias y banderas o con la mano puesta sobre el libro sagrado que sea y por la memoria de Hipócrates y los hipocráticos, jurará más en vano y con mayor dolo? Difícilmente encuentra uno nombres y apellidos que salven a los unos de la deshonra bien merecida que los emparama, pero en cambio son manifiestos e intachables los ejemplos de los que sí se comprometen, y con creces en ciertos casos, con el código deontológico por el que juraron en sus facultades: todos esos médicos anónimos que les salvan la vida o intentan curar, en los lugares más remotos y abandonados por los dioses y los hombres, a los más pobres entre los pobres; que operan, ayudados por enfermeros igual de generosos y temerarios y bajo la luz de una linterna apenas mientras siguen cayendo las bombas y los misiles del Putin o el al-Assad de turno, a soldados y civiles malheridos; que se enrolan, con Médicos Sin Fronteras u otras fundaciones humanitarias igual de quijotescas sólo que con menos reconocimiento público, hacia destinos a los que los más de sus colegas no se aventurarían ni por todo el oro del mundo (¿aunque saben que por eso tal vez sí?) y en fin… Estaba viendo acá en internet que “La Asociación Mundial de Veterinaria propone un juramento…”, pero resuelvo no abrir el documento porque con las experiencias tan a menudo amargas que acumulo en esos consultorios me basta. (Y digo “tan a menudo” porque Diana y Adriana, las veterinarias de mis gatos de Mariquita, son otra cosa: un beso y mucha gratitud para ambas.)

 

205. Coincidirá usted conmigo, admirado y estimado Juanjo, en que ‘Si dos ojos no bastan’… Y pensar que hay tantísimo corazón mezquino y encéfalo prejuiciado que, no conforme con las de por sí duras condiciones de este fatum, lo agravan con la incredulidad a priori del que discrimina a bulto. Claro que si lo hace también una mayoría -y vaya y vea usted con qué ínfulas y desparpajo- de quienes saben de qué fueron capaces un Milton, un Taha Hussein; un Nicholas Saunderson, un Lev Pontriaguin, ¿qué puedo esperar, entonces, de mis vecinos de a pie? ¡Pero si sólo hay que ver con cuánta condescendencia mal disimulada las medianías que por lo común deciden en los reálitis y concursos que buscan promover nuevos cantantes reciben al participante que se presenta en las audiciones con su bastón blanco o custodiado por un perro guía! ¡Y eso que sin falta se reivindican, todos, admiradores o fanáticos de Stevie Wonder y José Feliciano, para no hablar de los que glorifican los nombres de Joaquín Rodrigo y Andrea Bocelli! Lo peor del caso, maestro Millás, es que no los juzgo porque a mí también me ocurre… con ciegos inclusive.

 

206. Tres preguntitas -y ustedes me hacen el favor de no írmelas a tachar de capciosas, que con el diminutivo ya tienen suficiente- para el gran Javier Sampedro: “¿Dónde estás? No me refiero a en qué ciudad o en qué línea de metro, sino a dónde está eso que llamas yo, a qué lugar ocupa en tu cuerpo el sentido de existir, de percibir el mundo, de pensar sobre él. Déjame adivinarlo: está en algún lugar detrás de tus ojos y entre tus dos orejas. Así lo sentimos todos. Pero eso es solo porque la luz nos entra por los ojos y el sonido por las orejas. […] Pero algún día estaremos de pie contemplando el mapa de nuestro propio cerebro, con sus 86.000 millones de neuronas y todas las sinapsis entre ellas, y nos volveremos a preguntar como en la parábola de la pecera: ¿dónde estoy yo? La razón te dirá que tú eres ese mapa inextricable de neuronas y sinapsis, nodos y nexos, pero tú seguirás estando detrás de tus ojos y entre tus dos orejas, ¿no?”.

 

¿Nos birlaron a los ciegos totales y a los sordos profundos medio yo? ¿Cómo pueden existir los sordociegos profundos y totales si, a todas luces y a primer golpe de oído, carecen nada menos que de aque… yo? ¿Cómo se imagina usted, maestro, la representación futura de los mapas del cerebro de unos, otros y los otros desgraciados, caso de que algo semejante a un cerebro humano ostenten?

 

207. Ocioso como soy, a veces se me da por preguntarme cuántos de los buenistas de la academia que en público se desgañitan exigiendo inclusión y equidad para todos, todas y todes y en todas partes salvo en sus vidas y en sus facultades, harían en privado por ejemplo con el niño que fui lo que el bueno de Haley con el hijo ciego de su esclava en el capítulo 8 de la novela de Beecher Stowe. A ver, paladines de la justicia y la igualdad teóricas que rinden jugosos intereses, con la mano levantada bien en alto para que se los pueda contar.

 

208. Si yo fuera sacerdote católico o pastor cristiano -loado Dios que no- de los muy pocos con vocación auténtica y amor por el prójimo que enaltecen sus credos, liberaría a mi rebaño de las angustias que al buen creyente le producen las antinomias y las ambigüedades maravillosas de la Biblia -portento literario donde los haya- y se las reemplazaría por las enseñanzas de La cabaña del tío Tom o, si es mucha la pereza lectora de la feligresía, al menos por el capítulo 9 de esa novela , que de humanitarismo lo sabe todo.

 

209. ¿Que para qué leer, preguntan ustedes? Para tantas y tantas cosas prodigiosas -me adelanto y les respondo- que enunciarlas sería interminable y tedioso. Sin embargo y para no parecer displicente, les digo hoy -ya se verá qué improviso mañana-, que para que los solitarios del mundo, vocacionales o forzados por las circunstancias de cada yo, podamos dialogar (enfadarnos con ellos, putearlos, irnos a las manos si toca, reconciliarnos para volver a discrepar y, menos mal que sólo en contadas ocasiones, enemistarnos de por vida), sin que se enteren, con nuestros referentes de papel y tinta: “…El colibrí es, entre todos, el animal de metabolismo más veloz. Su ínfimo corazón late unas mil veces por minuto -diez veces más que los humanos más acelerados. Y el resto de su cuerpo funciona acorde: su digestión, sin ir más lejos, es un rayo. Por eso, para seguir vivos, los colibríes necesitan comer dos o tres veces su peso cada día, porque tragan y digieren, tragan y digieren y están siempre al borde del desfallecimiento, y por eso se la pasan volando de un lado para el otro, agitando las alas como poseídos: buscándose la vida al borde de la muerte. Por eso viven suspendidos frente a esas flores, picándolas: lo que vemos como belleza es su hambre, su desespero por sobrevivir. El colibrí, pobrecito, no solo es una belleza extraordinaria; también es una metáfora extrema de la maldición de la belleza, de los esfuerzos que hacen tantas y tantos para ser más bellos. Solo que ellas y ellos lo hacen a propósito y el colibrí no sabe lo que hace; por no saber, no sabe siquiera que es hermoso. Pero es, también, una muestra tajante de lo difícil que es saber cuando hablamos de otros, lo fácil que es equivocarse, lo simple que es no entender lo que creemos entender e interpretar alegremente cuando no tenemos la información para saber en serio”.

 

¿Cómo no sentirme, admirado y estimado Martín, aliviado de saberme a salvo de la más que milenaria tiranía de los espejos y de la reciente de las pantallas, prolongaciones suyas en las que se cree que se mira a los otros para poder dizque verse a sí mismo? Pero no era de eso de lo que le quería hablar, o no exactamente.

 

Los que nacimos bendecidos -ya ve lo optimista que estoy hoy: un día al año no hace daño- con el conformismo del que se siente satisfecho y hasta feliz con lo poco o lo muy poco que tiene, no comprendemos que millardos y millardos de dólares a los que asciende hoy -ya verá usted mañana- la fortuna de un Bernard Arnault le susciten a media humanidad, que pactaría ya mismo con el diablo por ser aquel desgraciado aunque fuera un día, suspiros de envidia y admiración. ¿Doscientos veinte mil millones de dólares para igual envejecer, quedarse impotente y morir al cabo, forrado asimismo en pañales meados y cagados? Propongo que a esta supersubespecie del mono insaciable se la denomine, a partir de ya y en virtud de las semejanzas manifiestas que guarda con la criatura alada, así: la supersubespecie-colibrí. (Ah, hermano, pero no se vaya a creer usted el cuento de que desconozco la maldición de la codicia, por la que pactaría ya mismo con el que sabemos a cambio de libido y el mejor odor di femina y cuerpos desnudos de bellas durmientes -sin los impedimentos que pesan, eso sí, sobre los de las de Kawabata- y cualquier ardid, cualquiera, que me libre de salir del mercado sexual).

 

210. Una de las muy pocas clases memorables de literatura que recibí en la universidad me la dio Felipe Ardila, en algún semestre del pregrado. Nos habló ese día de ‘constructos ideológicos’ y nos deslindó la diferencia que puede (pue-de) existir entre el concepto que nos formamos de alguien -un compañero de oficina, un vecino- y en lo que aquel sujeto se transforma en otros ámbitos. Piensen ustedes -nos dijo- en la mujer más apreciada por todos sus colegas gracias a las virtudes de que hace gala en el trabajo, en donde con el tiempo empieza a correr el rumor fundado de que esa misma persona tan meritoria, no bien traspone la puerta de su casa, azota a los hijos y machaca a las mascotas ante el pasmo y la irresolución del calzones que tiene por marido. O en -les digo- un militar de rango que humilla y maltrata a sus subordinados, que le tienen a él el mismo miedo que él le tiene a la fiera con que se casó y desde entonces lo domina.

 

Pues bien; desde aquella mañana me hice tan consciente de esta realidad que no hay persona a la que oiga o escritor al que lea sin que me cuestione cuánto de lo que oigo y leo será como me dicen, cuánto estará distorsionado por hechos que en ese momento desconozco y cuánto es infamia pura. Y si cultivo una relación física con el que oigo o inmaterial con el que leo, estoy siempre al acecho de sus palabras y sus actos (en el segundo caso el sustantivo debe ir entre comillas), no necesariamente para condenar o censurar flaquezas aunque sin falta para ir desvirtuando, confirmando y reacomodando el ‘constructo ideológico’ que de Equis o Ye persona me forjé cuando la conocí.

 

“…Y ahí, mi perro es lo más importante que hay. Le explico cuál ha sido el texto, paseamos juntos, nos hablamos… En serio, mataría a los que maltratan a los animales. Lo digo con toda la tranquilidad. ¡Es algo que me horroriza! Y nuestra civilización lo hace a grandísima escala. En los ojos de un animal que os ama y al que amáis hay una comprensión de la muerte de la que carecemos. Los ojos de mi perro esconden algo que comprenden muy bien; tal vez lo que me va a pasar. Cuando vuelvo a casa, siempre me espera cerca de la puerta. ¿Por qué? ¿Cómo hace para saber que estoy llegando? Probablemente, si nos ponemos augustocomtianos, positivistas a ultranza, diríamos que es porque se desprende un olor de espera. Puede ser. ¿Sabe usted que un perro tiene todo un vocabulario de olores, que percibe diez mil olores que nosotros no podemos conocer? Y cuando preparo mi pequeña maleta de viaje, se pone debajo de la mesa y me mira con unos ojos de reproche indescriptibles. ¡Es tan bonito vivir con un animal! Esas telepatías son realmente interesantes. Ya sé que deberíamos sentir un gran amor por los seres humanos. Pero a veces me resulta muy difícil.”

 

“…Los pájaros no cantan por cantar. En medio de su algarabía cada trino o tuit tiene una función y responde a una necesidad. Los pájaros cantan para marcar territorio, para alertar de la presencia de un depredador, para atraer a las hembras con la intención de celebrar unas nupcias arrebatadas, o simplemente para no perder el contacto con el grupo a la hora de emigrar. El leve gorjeo de los polluelos recién nacidos en el nido del jardín se debe a su interés por llamar la atención de la madre o a la disputa por el gusano que ella trae en el pico para alimentarlos. Se trata de una comunicación pura, esencial y concreta. No sucede lo mismo con los humanos que no cesan de hablar por hablar para nada. En medio del jolgorio que arman al amanecer cada especie de pájaro se expresa en su propio idioma. Ignoro si existe una traducción simultánea que les permita a las aves migratorias que llegan de países lejanos entenderse con las que habitan este territorio todo el año. Me gustaría saber si las golondrinas africanas conocen el lenguaje de los mirlos españoles, si el cántico del ruiseñor enamorado en las noches de mayo es capaz de atraer a hembras de otra especie. El aire es un pentagrama lleno de notas musicales, blancas, negras, corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas y las aves, según cada clase, las interpretan como si se tratara de una partitura escrita por Pitágoras y extraen de ella las melodías necesarias para sobrevivir más allá de la belleza. ¿Qué es un tuit? Puede ser un acorde de Bach si lo emite un jilguero o un rebuzno que ensucia el aire si lo lanza cualquier asno humano.”

 

“…¿De qué hay que liberar a los animales? ¿De la evolución de las especies? ¿De las leyes de Mendel? No, deben ser liberados del yugo humano: se trata de abrirles la jaula. Fuera de la jaula y lejos del pastor podrán dedicarse a su libertad, es decir, a ser lo que la naturaleza ha dispuesto para ellos: al principio quizá algunos estén un poco desconcertados, el chihuahua, por ejemplo, pero se irán acostumbrando. Los humanos, que tantas nuevas familias zoológicas han criado y con tantas han convivido, siempre fueron sus enemigos. El nuevo imperativo moral es: ‘Obra de tal modo que todo ser capaz de sentir sienta lo que más pueda agradarle, sin interferencia tuya negativa’. […] Singer condena el especismo ético, es decir, preferir moralmente nuestra especie a las de los otros seres vivos. Pero es que en eso consiste precisamente la ética, en el reconocimiento humano de lo humanamente libre y responsable en el confuso tapiz de los efectos y las causas. Fue tarea de Kant racionalizar el especismo estableciendo que para el ser humano la humanidad siempre será un fin y nunca un medio. Hay que ser humanitario con los animales, pero humano entre los humanos.”

 

Y bien…, tres opiniones de tres sabios a los que mucho debo y a los que leo con regularidad y desde hace tiempo. Uno que por desgracia (para mí, claro) ya murió y al que nunca le voy a poder agradecer en persona toda su sabiduría y lo que mis recursos de lector alcanzan a juzgar su coherencia ética; un segundo que cumplió recientemente ochenta y siete años de edad y con el que temo que me ocurra exactamente lo que con su par intelectual y “moral”; y un tercero con el que mucho conflictúo y cuyo ‘constructo ideológico’ me ocasiona dudas que algo me mortifican y mucho me estimulan.

 

A él en particular, como a los terroristas de la política -ETA, Farc, ELN- o a los sabihondos de la pedagogía y la educación -científicos y expertos se hacen llamar-, le recrimino que se sienta el dueño de la verdad revelada sobre aquello tan subjetivo y espinoso que es la ética, y que lo vocifere con la misma sobradez con que los unos -los matones- pretenden enseñarle al resto del mundo de qué van la democracia con sus múltiples intríngulis y los otros -los insulsos del enrevesamiento académico-, narcotizados con sus vaciedades teóricas, quieren hacernos creer que la escuela sobre la que legislan es lo que fantasean que es gracias a ellos y no la calamidad que en realidad es y en gran medida por su culpa. Posiblemente nuestro tercer hombre, no obstante su suma sabiduría y sus casi setenta y seis años de vida, desconozca que esta mujer humilde a la que cada mañana veo (por la ventana abierta en que me fumo un cigarrillo y me tomo un tinto) dándole de comer a un animalito callejero tal vez distinto, tal vez el mismo, y que los tres señores que la semana pasada abandonaron por separado la cama en plena noche y en medio de una borrasca típica de Mariquita para auxiliar a un cuarto vecino al que la lluvia y los vientos lo acababan de dejar con casa pero sin tejas ponen en marcha sus muy personales formas de sentir lo ético sin que jamás hayan leído o vayan a leer nada al respecto y muy seguramente sin saber siquiera que existe algo con ese nombre. Que la ética sea algo tan importante y singular para esas cuatro personas, para los dos primeros sabios, para el tercero y para mí, teoricemos o no al respecto, hace que me cuestione hasta qué punto es conducente pasarse la vida instruyendo a los demás con libros y artículos cuya elaboración acaso no deje tiempo y espacio suficientes para exámenes rigurosos de conciencia y, peor aún, para poner por obra toda la palabrería con que se construyeron capital y prestigio.

 

211. ¡Que vivan, que vivan Beecher Stowe y su panfleto, imprescindible por valiente!:

 

“…--Señor Wilson, sé todo esto --dijo George--. Sí que corro un riesgo, pero… --abrió de repente el abrigo para mostrar dos pistolas y un cuchillo de caza--. ¡Ahí está! --dijo--, estoy preparado para ellos. Jamás me iré al sur. ¡No! Llegado el caso, me ganaré por lo menos seis pies de tierra gratis, ¡la primera y la última tierra que posea jamás en Kentucky!

--Ay, George, ése es un estado de ánimo muy malo; se aproxima a la desesperación, George. Me preocupas, quebrantando las leyes de tu país.

--¡Mi país de nuevo! Señor Wilson, usted tiene país, pero ¿qué país tengo yo o los que, como yo, han nacido de madres esclavas? ¿Qué leyes hay para nosotros? Nosotros no las hacemos ni damos nuestro consentimiento; no tenemos nada que ver con ellas; todo lo que hacen por nosotros es aplastarnos y mantenernos aplastados. ¿No he oído sus discursos del 4 de julio? ¿No nos dicen a todos, una vez al año, que los gobiernos reciben su legítimo poder del consentimiento de los gobernados? Los que oyen estas cosas, ¿es que no saben pensar? ¿No saben atar cabos, para ver lo que significa? […]

--Oiga usted, señor Wilson –dijo George, acercándose y sentándose enfrente de él--, míreme un momento. Sentado aquí delante de usted, ¿no soy un hombre exactamente igual que usted? Míreme la cara, míreme las manos, míreme el cuerpo –y el joven se estiró con orgullo--; ¿por qué no soy yo tan hombre como cualquiera? Bien, señor Wilson, escuche usted lo que voy a decirle. Yo tuve un padre, uno de sus caballeros de Kentucky, que no me apreciaba lo suficiente para evitar que me vendieran con sus perros y sus caballos para saldar las deudas cuando se murió. Vi a mi madre en una subasta del sheriff, con sus siete hijos. Nos vendieron ante sus ojos, uno por uno, todos a amos diferentes, y yo era el más joven. Ella se puso de rodillas ante mi antiguo amo y le suplicó que la comprase conmigo, para tener por lo menos uno de sus hijos con ella, y la apartó de una patada de su pesada bota. Lo vi hacerlo y lo último que oí fueron sus gemidos y gritos cuando me ataron al cuello de su caballo para llevarme a su finca.

--¿Y después?

--Mi amo negoció con uno de los hombres y compró a mi hermana mayor. Era una chica buena y religiosa, miembro de la iglesia Baptista, y tan guapa como lo había sido mi madre. Estaba bien instruida y tenía buenos modales. Al principio, me alegré de que la hubiera comprado, pues así tendría a una amiga cerca. Pero pronto me lamenté. Señor, he estado en la puerta oyendo cómo la azotaban, sintiendo como si cada golpe cayera sobre mi corazón desnudo, y no podía hacer nada para ayudarla; y la azotaban, señor, por querer llevar una vida decente y cristiana, tal como sus leyes no permiten que viva una esclava; y finalmente la vi encadenada con la cuadrilla de un tratante destinada a ser vendida en el mercado de Nueva Orleans, y todo por aquel motivo, y no he vuelto a tener noticias de ella. Bien, pues me hice mayor, pasaron años y años, sin padre, sin madre, sin hermana, sin un alma que me quisiera más que a un perro; sin nada más que azotes, broncas y hambre. Señor, he pasado tanta hambre que he comido a gusto los huesos que tiraban a sus perros; sin embargo, cuando era un crío y me quedaba noches enteras despierto llorando, no lloraba por el hambre; no lloraba por los azotes. No, señor, lloraba por mi madre y por mis hermanas, lloraba porque no tenía a nadie que me quisiera sobre la tierra. Jamás conocí el significado de la paz o el consuelo. Jamás me dirigieron una palabra amable hasta que fui a trabajar en su fábrica. Señor Wilson, usted me trataba bien; me animaba a mejorarme, a aprender a leer y a escribir e intentar ser algo en la vida, y Dios sabe cuánto se lo agradezco. Luego, señor, conocí a mi esposa; usted la ha visto y sabe lo hermosa que es. Cuando supe que me quería, cuando me casé con ella, apenas creía que estaba vivo por lo feliz que me sentía; y, señor, es tan virtuosa como bella. Y entonces, ¿qué? Entonces va mi amo y me aparta del trabajo y de mis amigos y de todo lo que me gusta y me reduce a nada. ¿Y por qué? Porque, dice, he olvidado quién soy, dice, para enseñarme que sólo soy un negro. Al final, lo último de todo, viene y se interpone entre mi mujer y yo y dice que tendré que renunciar a ella para ir a vivir con otra mujer. Y las leyes de ustedes les permiten hacer todo esto, a pesar de Dios y del hombre. ¡Dése cuenta, señor Wilson! No hay ni una sola de estas cosas que han roto el corazón a mi madre, a mi hermana, a mi esposa y a mí que no sancionen sus leyes y permitan hacer a todos los hombres de Kentucky sin que nadie les pueda decir que no. ¿Y las llama usted las leyes de mi país? Señor, no tengo país como tampoco tengo padre. Pero voy a tener uno. No quiero nada del país de usted excepto que me deje en paz, que pueda abandonarlo pacíficamente; y cuando llegue al Canadá, donde las leyes me reconocerán y me protegerán, ése será mi país, y acataré sus leyes. Pero si algún hombre intenta detenerme, que tenga cuidado, pues estoy desesperado. Lucharé por la libertad hasta el último aliento. Dice usted que lo hicieron sus antepasados; si fue lo correcto para ellos, ¡es lo correcto para mí!”

 

Saco cuentas y me digo que si al menos un diez por ciento de los dizque ocho mil millones que somos fuéramos auténticos Georges Harris y Harriets Beecher Stowes, ¿estarían las cosas como están y serían como son? Si de los más o menos cuarenta millones de afganos que viven en el país, cuatro millones estuvieran dispuestos a inmolarse y a caer como moscas si toca, ¿qué tiranía armada hasta los dientes le podría plantar cara a semejante turba? Pero como los Navalnis rusos o bielorrusos o venezolanos o cubanos o lo que sea no llegan ni en sueños a un uno por ciento, ¿qué? Cuatrocientos mil afganos resueltos a todo y provistos de cuchillos, palos, piedras y lo que se les atraviese, ¿no harían salir pitando a la plaga talibana, que no tendría ni con mucho balas suficientes para matar a una décima parte? De modo que sí: el mundo es lo que es y siempre ha sido y jamás va a dejar de ser porque un noventa y siete por ciento de los que lo pueblan está constituido por cobardes tipo el Wilson este (a él y a los como él se les abonan, faltaría más, la bondad y la generosidad por demás tan escasas) y el restante 2,9 por ciento por hijueputas fuera de serie tipo Putin y al-Assad. ¿Qué nos queda, entonces?: la resignación más absoluta y nada distinto a eso. Ah, bueno: también la rabia y el odio.

 

212. Leo, Irenita, el último capítulo del apartado que precede a uno titulado ‘Atrévete a recordar’ y que figura bajo el número 47, y hago votos por que un día la historia cuente que en el siglo XXI y parte del XX, superando en fundamentalismo a los dogmas religiosos y políticos de siempre, fueron las universidades -no las facultades de ciencias (o no tanto), sí las de humanidades y afines- quienes propagaron e inficionaron el mundo con ideas descabelladas y teorías a cuál más intolerante que disfrazaban de “igualitarismo”; que, como los bárbaros contra Roma, ellas -la sal que se corrompe- vetaban autores y señalaban libros y hacían caer en desgracia a vivos y a muertos (de Quevedo a Woody Allen) mediante la acusación peregrina y ramplona de misoginia o racismo. Claro que para serte del todo sincero, lo que de verdad quisiera no es que el futuro condene sus desmanes y a los perpetradores sino que los que nos dolemos de las vesanias de los pseudoeducadores los pongamos en evidencia y los desalojemos de cátedras y campus. A gorrazos si toca.

 

213. ¿Cómo? ¿Que yo qué, mujer? ¿Que yo tengo moza, dicen los maledicentes? ¿No será más bien que los que me acusan sufren de diplopía?

 

214. Es tal el desequilibrio en la balanza de la justicia que a cualquier hombre que hoy insulte, golpee o mate a una mujer lo pueden meter preso por misógino o por misógino y feminicida, mientras que a una mujer que insulte, golpee o mate a un hombre jamás la tildarían de andrófoba o de “masculinicida” y, si la meten presa, se toman en consideración todas las circunstancias atenuantes de que se pueda echar mano para favorecerla. Supongan ustedes que mi esposa llega a casa luego de una jornada laboral extenuante y con lo que se topa no bien sube a la alcoba matrimonial es con su marido revolcándose con su hermana de ella y no precisamente en la alfombra. Que, transfigurada por la ira, me apuñala sólo a mí y hasta la muerte. ¿Aceptarían ella y sus congéneres feministas que se le endilgara un delito motivado por su supuesto odio a los hombres cuando de lo que se trató fue de un homicidio (¿pueden creer ustedes, colegas varones, que la RAE y nuevamente los jueces hablan de uxoricidios y feminicidios pero de nada en absoluto que nomine el caso contrario? ¿Y no dizque las invisibles son ellas?)? ¿Cierto que no, estimadas amigas? ¿Y entonces por qué se gradúa de misógino y feminicida al marido que, transfigurado por la ira, apuñaló hasta la muerte a su mujer cuando la encontró revolcándose con su hermano de él en la alcoba matrimonial y no precisamente en la alfombra? ¿Por qué no se lo llama de entrada también a él, en aras de la imparcialidad, homicida?

 

Pero como no más quejarse no sirve de nada, quiero valerme de la literatura para intentar poner algunas cosas en su sitio… a ver si de pronto llega el día en que siquiera los que absuelven y condenan obran con la ecuanimidad que de ellos se espera.

 

Tres machistas: Juan Pablo Castel, Gregorio Magno Pontífice Camargo y Knils Erik Bjurman. Un feminicida probado y uno posible: Gregorio Magno Pontífice Camargo y Juan Pablo Castel respectivamente. Dos misóginos probados: Nils Erik Bjurman y Gregorio Magno Pontífice Camargo. Dos hijueputas con todas las letras -el primero me cae gordo y el segundo hasta simpático-: Nils Erik Bjurman y Gregorio Magno Pontífice Camargo. Tres personajes a cuál mejor logrado y en contrapunto con sendos personajes femeninos a cuál mejor logrado, los seis construidos por tres novelistas de puta madre y los tres hoy muertos aunque tan vivos -en este corazón y en esta mente- cuanto sus criaturas.

 

215. Que veintiséis años después de que a García Márquez ‘se le chispoteara’ con su propuesta-exabrupto en relación con la gramática y la ortografía españolas, salga Martín Caparrós con que “quizá llegó la hora de empezar a pensar un nombre para esa lengua -y no vayan a creer ustedes que habla del inglés- que no sea el nombre del país que la impuso”, o sea el de España, a mí me reconfirma en la certidumbre de que incluso los encéfalos más solventes entre los creativos y pensantes se despiertan de cuando en cuando ávidos de renegar de su talento y fama: “Un nombre común, si se puede -sería bueno subrayar esa originalidad absoluta, 20 países capaces de entenderse en una lengua-, pero uno que no sea el nombre de uno, el nombre de otro. Yo, por supuesto, propondría el que uso desde hace unos años: ñamericano. Donde la eñe, ese estandarte de nuestro idioma, modifica la noción de americano para volverla nuestra. Pero esa es solo una opción mala. Seguro que puede haber mejores: la cuestión es decidirnos a buscarla. Y así, algún día, sabremos qué idioma hablamos, cómo se llama nuestra lengua”.

 

¿Pero cómo se le va a ocurrir a usted, un tipo capaz de sacarse del magín las ‘Crónicas Sudacas’ y ‘El mundo entonces’, venir a darles pábulo a todos esos Pauls B. Preciados que andan por ahí sueltos y desatados triplicando géneros y degenerando gramáticas, con semejante “boludez”? ¿Acaso no le alcanza toda esa inteligencia que despliega en tanto de lo que dice para figurarse el talante de la discusión, en pleno Medioevo Científico y Tecnológico: “el nombre que se escoja tiene que ser como yo, o sea no binario”; “pero empezamos mal porque ‘nombre’ es un sustantivo masculino y eso es sexista”; “sí, español y castellano no porque encima de que celebran al invasor son nombres masculinos, lo cual quiere decir que lo femenino se sigue invisibilizando”; “claro, ustedes las mujeres biológicas y caucásicas pensando sólo en lo femenino, ¿y lo trans melanínico qué?”; “¡eso, eso es!: nosotres creemos que ustedes son tan machistas y excluyentes como el heteropatriarcado invisibilizador y emasculador del igualitarismo que sólo nosotres entendemos y/o defendemos…”?

 

Claro que si está tan convencido como parece de las bondades de la propuesta, échele pa’lante que no le van a faltar loquitos y desocupados que le cojan la caña, como se dice en Colombia; donde, a propósito, siempre se ha llamado español al español con la mayor naturalidad y sin resentimientos extemporáneos de país colonizado. Incluso hoy, cuando lo que se habla y en lo que se garrapatea ya no es el idioma que nos legaron don Quijote y Sancho sino un emplasto constituido por cada vez más léxico y sintaxis ingleses y por consiguiente llamado espánglish, así se lo sigue llamando: español y, sólo raras veces, castellano, palabra que acaricia de tan eufónica.

 

216. Compro serenidad al precio que sea.

 

217. Recuerdo cuando Orfi -sabia como siempre ha sido-, viéndome fumar a mis escasos quince o dieciséis años, me decía sin la menor contemplación: “Si supiera lo ridículo que se ve con ese cigarrillo en la mano, lo apagaría y no volvería a fumar nunca más”. Yo la maldecía por dentro y, claro, seguía fumando como si tal cosa pero atormentado por su incomprensión. ¿Y por qué no le decía lo mismo o pensaba -porque no lo pensaba- lo mismo de mi hermano, que también a veces fumaba delante de ella y era apenas dos años y medio mayor que yo? Pues porque él (lo hemos conversado luego riéndonos) ya ayudaba a sostener la casa y había empezado la universidad.

 

Y hablando de la universidad, recuerdo el día que les dije en la Pedagógica a un par de pimpollos bastante maleducados y sobradores que acababan de sacarse la cédula de ciudadanía y de matricularse en un programa llamado Educación Comunitaria, que si supieran lo ridículos que se oían impostando voces de intelectuales y citando a cada momento los cuatro o cinco titulitos que “conocían”, se flagelarían una vez en casa y se prometerían humildad y ahora sí estudio serio y constante. Supongo que sintieron lo que yo hacia mi madre y aun ganas de matarme allí mismo, pero desconozco si a ellos también se les dibuja hoy esta sonrisa que a mí se me dibuja mientras lo escribo y evoco. Vaya uno a saber: de pronto hasta lo hayan tenido que revalidar en alguna clase con alguna versión circular de la insolencia inteligente que a los que nos ganamos la papa entre aulas universitarias nos desaira siquiera una vez en la vida.

 

218. Bendito sea el dedo salvífico de Carl Weiss, quien justo a tiempo apretó el gatillo y así impidió que un Trump en ciernes llamado Huey Long siguiera ascendiendo peldaños y más peldaños con rumbo a la Casa Blanca. Lástima que los ucranios, georgianos, chechenos y rusos víctimas de Putin, los bielorrusos y ucranios víctimas de Lukashenko, los honkoneses, taiwaneses y chinos víctimas de Xi y los que lo precedieron, los nicaragüenses, venezolanos y cubanos víctimas de sus dictadores y los sirios víctimas de al-Assad y su cochina súcuba no hubieran corrido con la misma suerte que los estadounidenses de entre guerras. Porque los estadounidenses de hoy, unos por una mezcla letal de ignorancia y estupidez o desvergüenza y temeridad, y los otros por una combinación no menos venenosa de irresolución, permisividad y ausencia de cálculo parecen complotados para que Donald Trump los vuelva a gobernar a partir de 2024 y la feliz ucronía aquélla le ceda su sitio a la segunda y definitiva temporada de una distopía que nada bueno augura. Nada.

 

219. En política -y a la final en nada-, no hay que temerles a los vaticinios. La Colombia de hoy -que es la de siempre- se planta ante un camino que se bifurca o, bien mirado, se trifurca.

 

Ya se empiezan a oír, a babor, las voces de los que aducen que nadie nace aprendido y que por lo tanto esta primera presidencia de la izquierda es un periodo de aprendizaje, que va a ser en un segundo mandato cuando se puedan poner por obra las promesas descoyuntadas y no en pocos casos impracticables con que desde siempre ella -la de acá, que en nada se asemeja a la uruguaya o a la chilena y en todo a la argentina y la boliviana- ha engatusado a los adeptos y a los incautos; mientras que a estribor, los otros fanáticos, los del uribismo con un Uribe que de momento se mimetiza y disfraza de respetuoso del desgobierno actual, claman a gritos por un cambio de rumbo, como si hubiera habido un rumbo cuando ellos mandaban o lo hubiera ahora. De prosperar esta suerte de pacto tácito entre unos y otros, el país se vería abocado a un como segundo Frente Nacional en el que la izquierda improvisadora y mendaz culpa a la derecha insaciable y marrullera de su ineptitud e ineficiencia y ve cómo se le escapa el poder cuatro años durante los que dizque se prepara para ahora sí hacer lo que no sabe hacer pero la vuelven a elegir una segunda y una tercera vez a ver si ésta es la vencida tras cuatro, tras ocho años en que la derecha no hizo más que robar y asfixiar económicamente a los de siempre, que tampoco encuentran en el petrismo de 2050 las soluciones por las que votaron en 2022.

 

Pero también puede ocurrir que los de un extremo o los del otro, tan sumamente parecidos en las formas y en el fondo, se cansen de enseñarse los dientes y resuelvan pasar a la acción mediante un autogolpe de Estado a lo Pedro Castillo, o a lo Pinochet con Bukele como norte inmediato. ¿Y la prensa? Salvo honrosísimas excepciones, haciéndoles de idiotas útiles a los unos -verbigracia Daniel Coronell, Cecilia Orozco Tascón y María Jimena Duzán al presidente y a los suyos con su hasta la fecha (22 de abril de 2023) renuncia a la investigación y la denuncia que, en cambio, siguen practicando con todo rigor con la contraparte- o maniobrando -verbigracia Vicky Dávila, Mauricio Vargas y María Isabel Rueda- directa y desembozadamente a favor de la godarria… de la otra godarria, quiero decir. ¿Y el centro? Tan decentito, timorato e invisible como sus votantes. ¿Y el barco? Sin que zozobre pese a todo aunque a la deriva porque los dos capitanes que se lo disputan viven, como sus tripulaciones y el pasaje entero, borrachos de poder o de ansias de poder, de fanatismo o de oportunismo y siempre siempre de estupidez, obstinación y credulidad.

 

220. Ya somos dos -de entre millardos pudibundos que lo practican pero lo niegan-, Juanjo hijuemadre, ya somos dos: “Me debato entre matar a un gilipollas o dejarlo vivo. Hablo en términos imaginarios, claro, porque el crimen, a este lado de la realidad, conlleva penas de prisión durísimas. […] En cualquier caso, mato siempre a distancia, con enfermedades que provoco con el pensamiento. Ya sé que el pensamiento mágico no funciona, tan poco estoy tan mal, pero yo me hago la ilusión de que sí, de modo que, aunque el muerto siga vivo, para mí es un difunto. […] Pocos días después, a través de unas personas que lo conocen, me entero de que acaban de diagnosticarle una enfermedad terminal muy dolorosa. Significa que el pensamiento mágico funciona de forma intermitente, ahora sí, ahora no. Utilícenlo ustedes con cordura, con racionalidad”.

 

Corrijo: no somos dos sino tres, porque yo se lo aprendí a un genio como usted del lenguaje, quien como yo en lo único que discreparía de su confesión es en la templanza del consejo. Si la vida nos alcanza, una tarde de estas le presento al gran Fernando Vallejo; claro que si logro dar con él, pues lamentablemente lleva años haciendo de ventrílocuo de sí mismo en auditorios concurridísimos donde lo insultan y lo aplauden a rabiar y entre periodistas de emisora de radio y canal de televisión que si lo leen no lo entienden pero invariablemente lo jalean para que haga reír o maldecir a sus audiencias. Las cuales, huelga aclarar, tampoco pueden soñar siquiera con izarse hasta las alturas irremontables de sus diatribas e invectivas acres e hilarantes aunque, por sobre todo, lúcidas.

 

221. Sin saberlo, acaba de responder usted por mí, Hetícor, a los que me preguntan la razón -son muchas y convergen en lo que a continuación su artículo plantea impecablemente- de mi renuncia prematura a la docencia, por la que nunca voy a dejar de sentir toda esta nostalgia que a diario siento:

 

“Mi sensación es que nos estamos convirtiendo en un mundo de zombis (cuanto más jóvenes más zombis) gobernados por y sumergidos en el mundo virtual, ajeno a este de caliente sangre en que ya son muy pocos los que viven. No caminamos guiados por el sentido de la orientación, sino por Google Maps; manejamos el carro sin un mapa interior, siguiendo las instrucciones de Waze; los restaurantes, bares y cafés no nos los aconseja una amiga que los ha probado, sino una app que se limita a sugerirnos el lugar que más paga por estar ahí. Veo pasar al menos tres generaciones (los de 15, los de 30, los de 50) con la nuca torcida, las cervicales arruinadas y la joroba permanente, todos doblados hacia adelante mirando a toda hora y casi sin tregua el celular, y enfrascados, por lo que alcanzo a ver, no en lecturas ni en conocimiento sino en jueguitos luminosos multicolores, en verificar interacciones ególatras o en enterarse de tonterías sin número por el rollo infinito de las redes sociales. Si están tecleando, lo que ocurre también, es para hacer de afán cosas que parecen urgentísimas e impostergables, por idiotas que sean. Como dice Adam Grant, estamos ‘agobiados por hacer las cosas ya mismo, en vez de hacerlas bien’. Sueño con asistir a algún almuerzo en el que a todo el mundo se le exija ir sin celular o con el aparato apagado y confiscado a la entrada. Quisiera gente que se demorara un mes en contestar un mail, o tan siquiera ocho días, pero con una carta bien escrita y bien pensada. Estoy muerto de sed de lentitud y de conversaciones reales y en directo, cara a cara, gesto a gesto, voz a voz. […] Mis amigos menos insensatos han prescindido de las redes sociales y de los chats; miran una vez cada dos días el correo electrónico; leen siempre en papel; escogen rutas y sitios para ir con su propio olfato y su propia intuición. Los más sabios han renunciado por completo al celular. Los sensatos y los sabios, últimamente, son los únicos, alrededor, con quienes converso y no me parece estar hablando con unos completos zombis de un mundo lejano, paralelo e irreal”.

 

De manera que cuando alguien se vuelva a interesar por mi deserción, le hago llegar esta columna suya, llamo por teléfono a Coetzee para que él me haga el favor de hablar con el protagonista de Desgracia (sí, ese que a principios de la novela es profesor de un grupo de zombis universitarios anteriores al celular) para ver si el man permite que el interesado visite su aula un par de veces -con media basta- y éste se esfuerce en imaginar lo que resultaría de aquella clase si a las lumbreras que ofician (mientras dormitan y rememoran la farra del fin de semana) de auditorio del perseguido por el ultrafeminismo académico se les pone en la mano una de esas pantallas que a mí me forzaron a pensionarme anticipadamente, a usted infiero que a vivir en una especie de ostracismo social involuntario y a ambos a quejarnos y refunfuñar como dos ancianos que todavía no somos.

 

222. Me dijeron que definiera a Claudia López y a Gustavo Petro en tres palabras. Me demoré menos que cuando le respondí que me fascinaba a una estudiante que una tarde luminosa me preguntó, a quemarropa, “Profe, ¿yo te gusto?”: Postureo, megáfono y Twitter.

 

223. Entre los logros de la narrativa contemporánea respecto de tantos clásicos decimonónicos y anteriores, ninguno como la derrota del maniqueísmo moral y estético en que incurrían, sin pudor, sus autores. En sus cuentos y novelas, los malos son malos sin atenuantes a más de feos como corresponde, mientras que la bondad de los buenos es tan infinita y límpida como los ojos y las facciones que adornan sus fisonomías. Leo por ejemplo ‘La colonia cuáquera’, el capítulo XIII de La cabaña del tío Tom y me parece estar entre un grupo de cristianos presididos por mi hermano y su mujer, todos tan satisfechos y convencidos de su superioridad moral y bonhomía cual si se tratara de un grupo de buenistas de la izquierda pacifista, igualitarista y progresista que prueba su coherencia ideológica apoyando cuanta causa noble la convoca. Entre las últimas, el empeño del bueno de Petro para que las sanciones de todo punto injustas que pesan sobre los demócratas Cabello, Maduro y Díaz-Canel se levanten y se les dé a Venezuela y Cuba el trato que sus democracias ejemplares reclaman, o los desvelos de Lula por acallar la guerra fratricida entre ucranios y rusos que desató la maldad de Occidente personificada en -¿quién si no?- el imperio yanqui y la OTAN subalterna. Menos mal que, superado cada nuevo rapto febrático de ternura, Beecher Stowe recobra, tarde o temprano, la compostura y torna a la realidad. Los otros nunca.

 

224. ¿De verdad quieren saber de dónde surgieron los culebrones venezolanos, mexicanos y los turcos tan exitosos hoy por hoy? Pues hagan el favor de no cerrar todavía la novela de Beecher Stowe y lean el capítulo XIV. Les prometo que cuando descubra el porqué los colombianos somos, amén de potencia mundial del mal y la corrupción, superpotencia en patinaje y telenovelas de calidad, les mando un WhatsApp con la respuesta.

 

225. Me da pena seguirlos fastidiando con requerimientos de lectura, pero ¿qué le vamos a hacer si así son los clásicos?: porfían, tozudos, en que uno piense y piense y no deje de hacerlo ni cuando cierra el libro. Gracias al capítulo XV de La cabaña del tío Tom, me acabo de convertir al fanatismo feminista más ultra de nuestro Occidente actual. ¿Y cómo podría no hacerlo viendo la vida desgraciada que llevan la pobre Marie y todas las demás mujeres de esa casa en la que impera un macho que ejerce el patriarcado con menos miramientos que Zelenski el invasor? Maldito de mí y de mi ceguera, que durante cuarenta y casi nueve años me mantuvo ignaro de una verdad que me negaba a aceptar: jamás ha habido, como lo prueban todos los personajes masculinos de Beecher Stowe, hombres que no se sirvan de las mujeres para explotarlas y humillarlas, de lo que tiene la culpa la suma candidez de cada corazón femenino. No es sino que averigüen quiénes son y qué hacen Rosario Murillo, Marine Le Pen y Asma al-Assad para que como a mí se les descorra la venda que probablemente llevan sobre los ojos. Nota: me vi tentado de remover uno de los tres nombres de la ilustre terna para poner el de la “filántropa y activista” doña Verónica Alcocer, que va juntando méritos para que se la tenga en cuenta, pero temí ser injusto. De todas formas, quiero que sepa nuestra primera dama que no les quito el ojo de encima ni a ella ni a sus desvelos por hacer del mundo el remanso de paz y justicia con que sueña su prohombre.

 

226. ¡Su atención, teóricos, teóricas y teóriques de la inclusión y el igualitarismo, que se dirige a ustedes una inmortal!:

 

“Una risa alegre se oyó desde el patio a través de las cortinas de seda del porche. St. Clare salió, apartando la cortina, y se rió también.

--¿Qué ocurre? --preguntó la señorita Ophelia, acercándose a la barandilla.

Allí estaba Tom, en un musgoso banco del patio, con todos y cada uno de los ojales repletos de jazmines y Eva, riendo alegremente, le colgaba del cuello un collar de rosas; después se sentó en su regazo, aún riendo como un gorrión.

--¡Ay, Tom, qué gracioso estás!

Tom tenía una sonrisa benévola y serena y parecía disfrutar de la diversión a su manera tanto como su pequeña ama. Levantó la vista cuando vio a su amo con un aire algo molesto de disculpa.

--¿Cómo puedes permitírselo? --preguntó la señorita Ophelia.

--¿Por qué no? --preguntó St. Clare.

--Pues, no sé, me parece terrible.

--No te parecería mal que un niño acariciara a un gran perro, aunque fuese negro; pero te estremeces ante la idea de acariciar una criatura que piensa y siente y razona y es inmortal; reconócelo, prima. Sé muy bien lo que sentís vosotros los norteños. Y no quiero decir que sea una virtud que nosotros no lo compartamos, sólo que aquí la costumbre hace lo que debería hacer el cristianismo: eliminar el sentimiento de prejuicio personal. A menudo he observado en mis viajes al Norte que este sentimiento es mucho más fuerte en vosotros. Os repugnan como si fueran serpientes o sapos, y sin embargo os indignáis por las injusticias que sufren. No queréis que abusen de ellos, pero no queréis tener nada que ver con ellos personalmente. Los mandaríais a África, donde no los podríais ver ni oler, y luego enviaríais un misionero o dos para que se sacrificaran elevándoles el espíritu rápidamente a todos. ¿No es cierto?...”

 

Sí que lo es, estimados St. Clare y Harriet Beecher Stowe, sí que lo es. Y ellos, nuestros norteños modernos, llámense catedrático de facultad de humanidades, conferencista defensor de los derechos de las minorías, activista en favor de los excluidos y los nadies, político progresista y hasta escritor progre de prestigio saben que de lo que se trata ahora y siempre aunque más ahora que siempre (por aquello de la “visibilidad” que otorgan las pantallas) es de figurar con la bandera de la justicia social bien en alto y de publicar -los que pueden o los que se atreven- artículos y ensayos que dejen bien claro que se es, como el personaje femenino del diálogo, todo un paladín de los desde siempre postergados. Pero como en todas partes “se cuecen habas”, otro día les refiero a ustedes dos y al tío Tom las experiencias amables y bellas que también he tenido en los lugares donde he estudiado y trabajado, y con seres humanos que en su vida han publicado un solo paper sobre igualitarismo o inclusión, muy seguramente porque por practicarlos no les queda tiempo para escribir. De momento, confórmense con un par de nombres que bendigo y reverencio: el de doña Louise de Morales y el de la doctora Carmen Cecilia Noguera, a quienes tuve la dicha de conocer en el Colombo Americano y en la Sergio Arboleda.

 

227. Revisen, por favor, la escena con que comienza el diálogo de la cita anterior y díganme. ¿De qué delito o delitos se acusaría hoy al papá de Eva, o sea a St. Clare, si esa foto cayera en manos de los paranoides que hoy ven en cada hombre y en todos salvo en sí mismos a violadores potenciales? ¿De inducción a la prostitución infantil o directamente de pederastia y trata de blancas (y vaya si la niña es blanca)? Más le vale al pobre hombre que se cuide y se esconda donde mejor pueda porque de nada le va a valer que alegue que él únicamente cumplía con lo que su demiurga le ordenaba que hiciera y dijera, o que él es tan sólo una entidad de papel, o que miren lo saludable y feliz que está su hija. Y si Harriet Beecher Stowe no fuera Harriet sino Harry, caería en desgracia junto con su personaje masculino. No con el negro sino con el blanco.

 

228. ¿Ustedes no? Yo sí le otorgaría, y por unanimidad, el Nobel de Literatura al genio de la concreción que supo apresar la esencia de lo que somos los humanos en tan sólo dos palabras. “Bicho tragicómico”: la pobre mujer aquella que, buscando señal para su celular, abandonó la seguridad del hogar y se internó en el bosque, donde de un zarpazo un oso le quitó para siempre las ganas de hablar y de paso el resuello. “Bicho tragicómico”: el pobre hombre aquel que, temeroso de una posible erupción del Nevado del Ruiz, cerró su casa en el norte del Tolima y se vino a morir, no ya de erupción sino de terremoto, a la Bogotá en imparable descomposición de Claudia López. “bichos tragicómicos”: los pobres diablos que, nadando en la abundancia de sus millardos y millardos de dólares y ebrios de poder, se ven imposibilitados para sobornar a la impotencia, la desmemoria, la incontinencia y demás humillaciones de la vejez, para no hablar de la inexorable. Señores académicos: ¿no les parece que ya va siendo hora de que a España se la distinga con un séptimo galardón, que tiene nombres y apellidos propios?

 

229. Seré teratológico o lo que ustedes determinen, pero yo no veo más que compasión desesperada en la muerte anticipada de la madre del poeta Carlos Framb gracias a la ayuda de su hijo, y, no obstante algunas salvedades y matices, también en la de Elvira (de) Aguirre a manos de su padre o en la de Albanito a manos de su amigo Braulio. Sobre lo de los Goebbels, que se pronuncie el diablo.

 

230. Si alguna vez se me encomendara la difícil tarea de mostrarle a un grupo de futuros científicos las bondades de la literatura y a uno de futuros literatos las bondades de la ciencia, simplemente los junto para que lean conmigo los poemas de ‘Un día en el paraíso’ y, de entre todos y a manera de abrebocas, los títulos ‘Hermano del noble silencio’ y ‘Teoría de un encuentro’. Se trata de que antes de que se retiren del aula por última vez, unos y otros comprendan que “la ciencia sin nociones sólidas de letras está tan huérfana como éstas sin nociones científicas sólidas”.

 

231. Yo que ustedes, para zafarme de una vez por todas la nociva esperanza en un mundo mejor y más justo -menos pior y menos injusto-, me tomaría muy en serio el trabajo -el deleite- de oír con toda la atención y el discernimiento de que sea capaz a un sabio como pocos quedan, trasunto de su autora. Las coordenadas son muy sencillas: CAPÍTULO XIX: MÁS EXPERIENCIAS Y OPINIONES DE LA SEÑORITA OPHELIA. Si tras semejante descorrimiento de venda usted porfía en que “sí se puede”, declárese entonces impedido para…

 

232. Cualquiera, desde el que enseña o hace como que enseña literatura en la universidad, hasta el pretencioso que despliega un libro en un avión, en el metro o en un bus con el único propósito de captarse miradas furtivas, pasa por lector ávido, entienda mucho, poco o nada de lo que lee o finge leer.

 

233. Entre los supuestos profesionales de la lectura, léase libreros, editores, bibliotecarios, literatos-profesores, muchos hay que edifican impunemente sus discursos a partir de los comentarios, las reseñas y la crítica literaria que consumen pues no para otra cosa les da el caletre.

 

234. Todo gran escritor o buen escribidor -la diferencia puede estribar en no pocas ocasiones en la fama o en su ausencia- son necesariamente archilectores, mientras que de las habilidades lectoras de quien mal o muy mal escribe se puede dudar sin remordimientos.

 

235. Cuando un archilector descubre una veta de genialidad en lo que lee de un autor inédito y ese archilector tiene el poder suficiente para que su hallazgo cobre repercusión más allá de ciertos círculos literarios, idealmente en los medios, a aquel no más hasta ayer don nadie le esperan sorpresas sin nombre a partir de mañana mismo.

 

236. Por el contrario, cuando un autor inédito dotado de genialidad se somete al incordio de que un profesor o editor cualquiera lo lea para que lo avale o lo descarte pero resulta que el mal bicho es un mezquino y un envidioso -tipo el hideputa de ‘Obras completas’, el cuento de Monterroso- o bien un pésimo lector, todo lo que el anheloso puede esperar son batacazos incompasivos y conminaciones perentorias a cambiar de oficio.

 

237. Sólo los archilectores, que lejos están de ser infalibles o desprejuiciados, saben de verdad pa Dios por qué les gusta o les repele un título en particular o toda la obra de un autor, y si se los emplaza a explicarse no encuentran ninguna dificultad para sustentar las razones de sus filias y sus fobias. Que nos convenzan o no es un asunto por completo distinto.

 

238. Qué carajos: pisémosles los callos a los semidioses. Una pregunta para hermeneutas y archilectores: ¿cómo puede ser posible, señores, que de una misma inteligencia brote alternativamente lo mejor y más depurado de la escritura breve (‘Praga’, ‘Baudelaire: la otra revolución francesa’, ‘Gina’, ‘La promesa de lo perdido’, ‘La tormenta’…) y los clichés más guachafos, los tópicos más edulcorados, los lugares comunes más zafios (‘La hora de pasar la página’, ‘Los vientos del Pacífico’, ‘Duque’, ‘Estamos cansados’, ‘Gobernar’…)? ¿Pero es que no hay nadie que le diga a este buen hombre y mejor escritor -de literatura- que, por el bien de su obra y su legado, renuncie definitivamente a lo segundo, que se le da fatal?

 

239. De entre las afirmaciones rotundas a que son tan dados los lectores y los escritores (“porque es que Fulano lo ha leído todo, y todo es todo”, “ya no se escribe sobre sexo de la forma en que… y… lo hacían”, “dentro de muy poco tiempo se dejarán de escribir novelas porque la novela” bla, bla, bla, bla, bla), una que me irrita particularmente: “Ya nadie lee a…”. ¿Cómo? ¿Que ya nadie lee a Miguel Otero Silva, a Augusto Roa Bastos? ¡Pero si yo los leo, y con fruición!

 

Tengo para mí que quienes incurren concretamente en esta mentira en relación con autores que “ya no venden”, se equivocan precisamente por eso: porque se dejan convencer por las cifras que publican las grandes editoriales y librerías, entre las que en efecto no figuran ésos y muchos otros autores. Pero ¿y las librerías de viejo, las bibliotecas públicas, las personales y los libros que circulan gratuitamente por internet no cuentan? Ni el escritor que vende millones de libros puede asegurar que tenga esos mismos o más millones de lectores, ni el obliterado por los algoritmos del mercado dolerse de que el mundo lo haya olvidado. Entre otras cosas porque no todo el que compra libros y asiste a ferias o a simposios lee lo que compra y le recomiendan, ni todos los lectores vocacionales compran libros recién tirados o asisten a presentaciones y conferencias.

 

Por tanto, que los novelistas y cuentistas y ensayistas y dramaturgos y cronistas y poetas caídos supuestamente en la desgracia del olvido más absoluto desoigan los pregones de los decretadores de muertes literarias definitivas, pues existe el lector-hikikomori, o sea ese que concibe la lectura como un acto tan sumamente íntimo y hasta egoísta que no necesita hablar de ello con nadie, o escribir sobre lo que lee.

 

240. La fórmula es muy sencilla: no es sino que reemplacen cada ‘española’ por ‘colombiana’ y listo:

 

“La Administración española es un teléfono que no contesta, un trámite que nunca se resuelve […], una acreditación académica internacional que no llega y por lo tanto deja en suspenso la vida profesional de quien la solicita, una sentencia judicial retrasada que deja en la miseria a una mujer divorciada que no recibe desde hace muchos meses la pensión de sus hijos, pensión que ya está en el juzgado, pero que el juzgado no entrega, porque hay una huelga de personal, o porque los funcionarios encargados de los trámites finales son muy pocos y tienen tanto trabajo acumulado que tardarán años en completarlos todos. La Administración española son bajas de médicos o de enfermeros o profesores que tardan semanas en cubrirse, y funcionarios interinos que no dejan de serlo aunque lleven ocupando la misma plaza veinte años, y aspirantes que ganaron una oposición y a los que, sin embargo, su plaza no se les hace efectiva, y han de quedarse en un limbo exasperante que les desbarata la vida. La Administración española son trámites obligatoriamente digitales que se quedan atascados sin motivo aparente en páginas web defectuosas, y otros quizás más simples o fáciles que sin embargo muchas personas no pueden cumplimentar, porque son mayores y torpes y no se manejan en internet, o porque no tienen ordenador, ni tienen nadie que les ayude, esos hijos de talento digital despejado que nos son tan providenciales a padres y madres que emigramos tarde y a la fuerza a este nuevo mundo virtual. La Administración española son refugiados que tienen derecho legítimo al asilo y pueden tardar diez años en conseguirlo, y mientras tanto no saben de qué van a vivir, y personas sin recursos que no llegan a conseguir el ingreso mínimo vital porque les faltan documentos o no tienen un domicilio fijo […], y se encuentran frente al muro inmemorial del ‘vuelva usted mañana’ […]. La administración pública son trabajadores accidentados que no logran su baja laboral, y enfermos a los que cada día de retraso en una operación les acentúa la gravedad, y obras de reforma o negocios legítimos que no pueden arrancar por falta de un solo permiso, y oficinas delante de las cuales las personas guardan cola desde antes del amanecer, como en una estampa de sumisión y paciencia del antiguo bloque comunista, si no han tenido la picardía, o el dinero suficiente, para comprar un número, o si el guarda de seguridad privada de la puerta no las ha espantado con malos modos. La Administración española son contratas irregulares para cubrir malamente servicios públicos, concedidas mediante concursos amañados, con una sinvergonzonería antigua de parentelas codiciosas y enjuagues clientelares…”.

 

Las administraciones española y colombiana (y mexicana, tercia Villoro; y chilena, grita por allá Merino; y brasileña, protesta Brum) son entonces, maestro Muñoz Molina, ciudadanos que subsisten del erario pero que salvo las honrosas excepciones que nunca faltan no se compadecen de quienes con sus impuestos les garantizan, a ellos y a sus familias, la subsistencia. Zánganos públicos de toda categoría que sólo se muestran eficientes y vehementes a la hora de hacer valer sus privilegios sindicales y de granjearse otros nuevos que, una vez conseguidos, tampoco logran que sus inveteradas inoperancia y displicencia en el desempeño de las que deberían ser sus funciones remitan al menos temporalmente. Indolentes y perezosos que claro que saben pero a los que no les importa que el atraso y el anquilosamiento de la sociedad a que se deben se derive en gran medida de la desidia con que trabajan. Dicho en cuatro palabras, rémoras de cualquier progreso. 

Mi desmemoria hecha preguntas IV. Divertimento para un apagón planetario

4902. ¿De qué década del siglo pasado data el lanzamiento del Sputnik 1, “el primer satélite artificial de la historia”?

A) De la sexta.

B) De la tercera.

C) De la quinta.

D) De la cuarta.

 

4903. Nacionalidad, amén de la española, de Cayetana Álvarez de Toledo, “historiadora de Oxford y política del PP (vaya lumbrera para semejante partido)”, quien me prendó con “una andanada entre académica y tertuliana que les soltó al indeseable ese de Pablo Iglesias y a sus conmilitones” y que me hizo pensar en esta mujer de otros tiempos como en un “temible huracán de elocuencia y precisión”.

A) Argentina.

B) Francesa.

C) A y B.

D) Ni A ni B.

 

4904. ¿Y qué título nobiliario ostenta, u ostentaba -según se ubique usted en el tiempo-, esta coetánea mía tan brillante?

A) El de condesa.

B) El de baronesa.

C) El de marquesa.

D) El de duquesa.

 

4905. ¿Cuánto tiempo media entre los estrenos de ‘Delitos y faltas’ y ‘Maridos y mujeres’, dos de “las mejores películas de Allen, que no son comedias ni tragedias sino tragicomedias”?

A) Apenas unos meses.

B) Siete años.

C) Cinco años.

D) Tres años.

 

4906. ¿Qué volcán de Italia puede contemplar el apostado en la tribuna del teatro grecorromano de Taormina?

A) El Etna.

B) El Vulcano.

C) El Vesubio.

D) El Vulture.

 

4907. ¿Qué significa la frase latina sine die?

A) Inadvertidamente.

B) Indudablemente.

C) Indefinidamente.

D) Indeleblemente.

 

4908. ¿Quién dijo, a propósito de su poder inconmensurable cuando es de veras buena: “Bajo el influjo de la música me parece que siento lo que en realidad no siento, que entiendo lo que no entiendo, que puedo hacer lo que no puedo”?

A) Tolstói.

B) Chéjov.

C) Pushkin.

D) Dostoievski.

 

4909. ¿en dónde es más probable dar con un facistol?

A) En un aeropuerto.

B) En un consultorio odontológico.

C) En el laboratorio de un entomólogo.

D) En una iglesia.

 

4910. ¿Cuál de los siguientes nombres de prendas de vestir, tan ajenos para hispanohablantes como usted y yo, no nomina una con que se cubre adorna o toca la cabeza?

A) Budiónovka.

B) Yubka.

C) Poliotka.

D) Ushanka.

 

4911. ¿Cuál es el título correcto de aquel libro tan osado cuanto interesante que el neurocientífico y profesor portugués António Damásio publicó hace ya unos buenos años?

A) El error de Spinoza.

B) El error de Kant.

C) El error de Nietzsche.

D) Nada de lo anterior.

 

4912. ¿De qué ciudad italiana se prenda el converso (a lo sumo y en palabras de Cercas un “héroe de la traición”) Droctulft de Borges cuando “cambió de bando y murió en defensa del sitio que había pensado destruir”?

A) De Bolonia.

B) De Rávena.

C) De Arezzo.

D) Nada de lo anterior.

 

4913. ¿Cuál es la definición del sustantivo alquería, que para el niño que fui es como decir leche?

A) “Calzado de lona con suela de esparto o cáñamo, que se asegura por simple ajuste o con cintas”.

B) “Cubierta voladiza de cualquier edificio, y especialmente la sostenida por postes o columnas, a manera de pórtico”.

C) “Casa de labranza o granja lejos de poblado”.

D) Todo lo anterior.

 

4914. “Moneda antigua alemana de plata”.

A) Talero.

B) Tálero.

C) A y B.

D) Ni A ni B.

 

4915. ¿De qué año es ‘El apartamento’, película que dirigió Billy Wilder y protagonizó Jack Lemmon?

A) De 1980.

B) De 1970.

C) De 1950.

D) De 1960.

 

4916. ¿Qué busca el que epata?

A) Asquear a su interlocutor.

B) Producir asombro, admiración.

C) Humillar a su interlocutor.

D) Producir nostalgias, añoranzas.

 

4917. Película de 2011, escrita y dirigida por Jeff Nichols.

A) The Debt.

B) Like Crazy.

C) Take Shelter.

D) Straw Dogs.

 

4918. Nacionalidad de la actriz (un columnista amigo la llamó “animal cinematográfico” en mi presencia) Vicky Luengo.

A) Argentina.

B) Chilena.

C) Española.

D) Mexicana.

 

4919. ¿En qué capital suramericana haraganeaba un colombiano que alardea de que conoció a su esposa en el bar La Biela?

A) En Montevideo.

B) En Buenos Aires.

C) En Lima.

D) En Santiago.

 

4920. Nacionalidad del cineasta -un columnista amigo lo llamó “insurgente” en mi presencia- Paul Leduc.

A) Argentina.

B) Chilena.

C) Española.

D) Mexicana.

 

4921. ¿En qué capital europea se exhibe actualmente (estamos en 2020) el penacho de Moctezuma, “un quetzalapanecáyotl, una obra de los amantecas o artistas mexicas especialistas en la creación de objetos con plumas” que México aspira, ojalá no en vano, a recuperar algún día?

A) En París.

B) En Viena.

C) En Roma.

D) En Berlín.

 

4922. “Persona que pasa el tiempo yendo y viniendo, sin hacer cosa de provecho”.

A) Cirolero.

B) Cirineo.

C) Cirigallo.

D) Cireneo.

 

4923. ¿Qué se apresta a hacer el campesino que lleva en la mano una colodra?

A) A deshierbar.

B) A ordeñar.

C) A estercolar.

D) A aprovisionar los pesebres del ganado.

 

4924. ¿Cuál es la lengua materna de los nacidos en la nórdica ciudad de Trondheim, o sea de los trondheimers?

A) El finlandés.

B) El sueco.

C) El islandés.

D) El noruego.

E) El danés.

 

4925. ¿Cuál de éstos corresponde al título de una novela de Alejandro Gándara a la que se le otorgó el Herralde en 2001?

A) Últimas noticias de nuestro mundo.

B) La astilla en la carne.

C) El dolor de los demás.

D) El mundo es redondo.

 

4926. ¿Qué de esto representa el bueno de Robert Hutchings Goddard?

A) La genialidad del deportista que a comienzos de su carrera 2 o 3 entrenadores cegatos confunden con mero aire.

B) El científico bien encaminado pero aún incomprendido al que cualquier editorialista de pacotilla ridiculiza.

C) Un talento actoral avasallante que pierde brillo ante una discapacidad que acapara la atención de los entendidos... desde luego que no en discapacidades.

D) Nada de lo anterior.

 

4927. ¿Qué de esto representa el bueno de Samuel Paty?

A) La genialidad del deportista que a comienzos de su carrera 2 o 3 entrenadores cegatos confunden con mero aire.

B) El científico bien encaminado pero aún incomprendido al que cualquier editorialista de pacotilla ridiculiza.

C) Un talento actoral avasallante que pierde brillo ante una discapacidad que acapara la atención de los entendidos... desde luego que no en discapacidades.

D) Nada de lo anterior.

 

4928. ¿En cuál de estas obras de Don DeLillo “las matemáticas ocupan el centro de la narración. El protagonista, Billy Twilig, es un adolescente del Bronx que tiene 14 años, un genio de las matemáticas”?

A) En Americana.

B) En Submundo.

C) En Los nombres.

D) En otra.

 

4929. ¿Cuál de éstos es un título del filósofo australiano Peter Singer, a quien espero no morirme sin haberlo emulado en lo fundamental?

A) La diversidad de la vida.

B) El sentido de la existencia humana.

C) Liberación animal.

D) Todo lo anterior.

 

4930. ¿Cuál de éstos es un documental del cineasta y fotógrafo español Iñaki Arteta?

A) Bajo el silencio.

B) Contra la impunidad.

C) El infierno vasco.

D) Todo lo anterior.

 

4931. Autor de ‘Las cosas que llevaban los hombres que lucharon’, libro que se resiste a que se lo adscriba a un único género literario.

A) Patrick O’Brian.

B) Flann O’Brien.

C) Tim O’Brien.

D) Otro.

 

4932. ¿Cómo se titula aquel ensayo de Louis Lavelle publicado en 1939?

A) Narciso.

B) El error de Narciso.

C) El divino Narciso.

D) Narciso y Goldmundo.

 

4933. ¿Qué es la sotabarba?

A) “Barba que se deja crecer por debajo de la barbilla”.

B) “Papada” o “abultamiento carnoso que se forma debajo de la barbilla”.

C) A y B.

D) Ni A ni B.

 

4934. ¿Cuál de estos especialistas interviene sin falta en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Urbach-Wiethe?

A) El dermatólogo.

B) El gastroenterólogo.

C) A y B.

D) Ni A ni B.

 

4935. ¿Al servicio de qué monarca español estuvo, a lo largo de muchos años y con resultados tangibles que le granjearon gran oposición desde muchos flancos, el marqués de Esquilache?

A) De Felipe V.

B) De Fernando VI.

C) De Carlos III.

D) De Carlos IV.

 

4936. ¿Cuándo tuvo lugar la revuelta conocida como ‘motín de Esquilache’, la cual precipitaron, en contra del marqués y entre otras cosas, la carestía de la comida y algunas medidas prohibitivas de cierta ropa?

A) En diciembre de 1763.

B) En enero de 1764.

C) En febrero de 1765.

D) En marzo de 1766.

 

4937. ¿Y contra qué luchó, sin éxito, aquel “superministro” extranjero cuya transformación de la villa de Madrid me hace pensar en la que en Bogotá adelantó, sin que nadie o en todo caso muy pocos se lo reconozcan, Enrique Peñalosa Londoño?

A) Contra el generalato y el abuso de poder por parte de las fuerzas del orden.

B) Contra el anonimato tras del que muchos se resguardaban y la inseguridad que aquello acarreaba.

C) Contra lo pacato e hipócrita de muchas prácticas y sermones de la Iglesia católica.

D) Contra la indiferencia del rey y de él hacia abajo con las penalidades del pueblo raso.

 

4938. ¿En dónde nació el escritor e historiador Fernando Iwasaki?

A) En Montevideo.

B) En Lima.

C) En Asunción.

D) En La Habana.

 

4939. ¿Cuál de estos Alvar Ezquerra -familia ilustre donde las haya- es el autor del título ‘Lo que callan las palabras’, lectura imprescindible en una época en la que a las palabras más bien se las acalla?

A) Alfredo.

B) Antonio.

C) Carlos.

D) Jaime.

E) Jorge.

F) Manuel.

 

4940. Como Vitosha se conoce a...

A) Un río de Serbia.

B) Una montaña de Bulgaria.

C) Un lago de Albania.

D) Una ciudad de Rumania.

 

4941. Como Dunkerque se conoce a...

A) Un río de Austria.

B) Una montaña de Bélgica.

C) Un lago de Suiza.

D) Una ciudad de Francia.

 

4942. ¿A qué edad murió el ante todo periodista aunque también poeta español don Manuel Alcántara, “una de esas leyendas del oficio a quien, cuando pisé mi primera redacción, los jóvenes llamábamos ya maestro”?

A) Siendo un septuagenario.

B) Siendo un nonagenario.

C) Siendo un centenario.

D) Siendo un octogenario.

 

4943. Es el nombre de varios ríos de Brasil.

A) Sapucai.

B) Sapucaí.

C) Sapucay.

D) Sapucayé.

 

4944. ¿Quién fue Silvano Acosta?

A) Un personaje de varios cuentos de Borges.

B) Un amigo entrañable suyo, de quien el escritor habló en repetidas ocasiones.

C) Un hombre del común, devenido soldado por la fuerza y muerto por orden del abuelo paterno de Borges.

D) Su bisabuelo materno, quien “participó en las batallas de Junín y Ayacucho”.

 

4945. ¿Qué hizo, a partir de cuando cumplió 60 años de vida, James Randi?

A) Descubrir y denunciar plagios cometidos en tesis de doctorado.

B) Descubrir y denunciar injusticias cometidas en las sentencias de muchos reos.

C) Perseguir y escarnecer públicamente a sacerdotes católicos y pastores protestantes pederastas.

D) Perseguir y escarnecer públicamente a artífices de supercherías paranormales e incluso pseudocientíficas.

 

4946. ¿Cuál es el idioma oficial de los heligolandeses?

A) El inglés.

B) El holandés.

C) El alemán.

D) El catalán.

 

4947. ¿Qué nombra el sustantivo tanaceto?

A) Una planta.

B) Un animal marino.

C) Un plato típico del norte de Italia.

D) Un tipo de embarcación usada por los indígenas de Sumatra.

 

4948. ¿Qué se le dice al que, con o sin ironía, se lo llama margrave?

A) Sabio.

B) Príncipe.

C) Adonis.

D) Valiente.

 

4949. ¿Quién de ellos, a todas luces un faro intelectual y político para los negros de cualquier parte y más ampliamente para todos los rechazados por el color de su piel, acuñó el concepto de salario público y psicológico, que así compendia Eliane Brum: “El blanco puteado se consuela con el salario psicológico de saber que hay otro, el negro puteado, que está más puteado que él. Para mantener este privilegio psicológico, de que hay alguien más puteado que él, que lo hace superior por lo menos a alguien, llega a votar incluso a perversos como [...], que lo putean cada día más”?

A) Martin Luther King.

B) Toni Morrison.

C) W. E. B. Du Bois.

D) Malcolm X.

 

4950. En Brasil (traduzco del inglés al español), “ribereños que viven de la agricultura y la pesca”.

A) Beiradeiros.

B) Garimpeiros.

C) Grileiros.

D) Quilombolas.

 

4951. En Brasil (según definición de Eliane Brum), “descendientes de esclavos rebeldes”.

A) Beiradeiros.

B) Garimpeiros.

C) Grileiros.

D) Quilombolas.

 

4952. En Brasil (según definición de Eliane Brum), “ladrones de tierras públicas”.

A) Beiradeiros.

B) Garimpeiros.

C) Grileiros.

D) Quilombolas.

 

4953. En Brasil (según definición de Eliane Brum), “buscadores de oro y diamantes”.

A) Beiradeiros.

B) Garimpeiros.

C) Grileiros.

D) Quilombolas.

 

4954. ¿Cuándo asesinaron los Bolsonaro (hay hechos tan manifiestos que no precisan de un fallo judicial que, por otra parte, jamás se va a producir), si bien mediante mano mercenaria, a Marielle Franco: “Negra, bisexual, casada públicamente con otra mujer, nacida y criada en las favelas de Maré, que ocupó el centro al convertirse en concejala de Río de Janeiro y al introducir en la política institucional la lucha contra la violencia policial en las favelas, la lucha contra el robo de tierras públicas en las periferias, en parte controladas por las milicias, y los derechos de las personas LGBTQIA+...”?

A) En marzo de 2018.

B) En febrero de 2017.

C) En enero de 2016.

D) En diciembre de 2015.

 

4955. ¿Qué arte se resintió con el encierro en un convento que sufrió, por imposición de su familia y en tiempos en que sí se podía tildar de patriarcales a las sociedades de Occidente, Aurelia Navarro Moreno, quien murió en 1968, presume uno que triste y resignada?

A) La pintura.

B) La música.

C) La danza.

D) La arquitectura.

 

4956. ¿Cuál de los siguientes títulos no corresponde a películas protagonizadas por Louise Brooks (el amor en blanco y negro de Pérez-Reverte) sino a un libro de su autoría?

A) Lulú en Hollywood.

B) La caja de Pandora.

C) Diario de una niña perdida.

D) Miss Europa.

 

4957. ¿En qué estado de los Estados Unidos se asienta el Parque Nacional de Mammoth Cave?

A) En Alaska.

B) En Kentucky.

C) En Virginia.

D) Nada de lo anterior.

 

4958. ¿Cuántos Premios Óscar ganó, a lo largo de su carrera, esta otra encarnación del dolor como ensañamiento llamada Clara Bow?

A) 3.

B) Ninguno.

C) 1.

D) 2.

 

4959. ¿Qué anda leyendo uno que, ufano, menciona en perfecto inglés el título ‘The School for Scandals’, de ustedes ya saben quién?

A) Un volumen de ensayos.

B) Una novela.

C) Un volumen de cuentos.

D) Nada de lo anterior.

 

4960. ¿Qué de esto puede describirse como bonancible?

A) El mar.

B) El tiempo.

C) El viento.

D) Todo lo anterior.

 

4961. ¿De cuál de estos compositores pueda que nos esté hablando un melómano que, pletórico, se explaya sobre el haiku pianístico como manifestación del minimalismo en música?

A) De Gerry Weil.

B) De Benet Casablancas.

C) De John Cage.

D) De todo lo anterior.

 

4962. ¿A qué benefactor de la humanidad se le concedió en 1902 el Nobel de Química por su descubrimiento del barbital, “primer somnífero del grupo de los barbitúricos” retirado del mercado a instancias de los enemigos del sagrado derecho al suicidio?

A) A Josef von Mering.

B) A Hermann Emil Fischer.

C) A A y a B.

D) Ni a A ni a B.

 

4963. ¿Cuándo se libró, en Brasil, la guerra de Canudos, conflicto sobre el que Euclides da Cunha edifica Los sertones, su obra más relevante?

A) A principios del siglo XX.

B) A principios del siglo XIX.

C) A mediados del siglo XIX.

D) A finales del siglo XIX.

 

4964. ¿Y cómo murió, a todas estas, el novelista y polímata brasileño?

A) Se descerrajó un tiro.

B) Le dispararon en defensa propia.

C) Se lanzó al vacío.

D) Lo arrojaron por el pretil de un puente.

 

4965. ¿Qué voz de escritor sentenció, cual si su dueño estuviera viendo en este presente nuestro el lastimero gabinete ministerial de Titeriván Duque y a través de él el estado lamentable de prácticamente todos los gobiernos del mundo en tiempos del coronavirus, que “los enanos tienen una especie de sexto sentido que les permite reconocerse a primera vista”, realidad que explica con creces las mangualas de un Maduro y un Putin, de un Putin y un Trump, de un Trump y un López Obrador?

A) La de Sergio Ramírez.

B) La de Augusto Monterroso.

C) La de Alejandro Aura.

D) La de Francisco Umbral.

 

4966. ¿En qué siglo nació, se apartó religiosamente de los que su razón y conciencia le dictaban que contravenían o pervertían las enseñanzas de Cristo, forjó la “traducción gloriosa” de su ‘Biblia del Oso’ y murió Casiodoro de Reina?

A) En el XIX.

B) En el XVI.

C) En el XVII.

D) En el XVIII.

 

4967. ¿Cuánto tiempo transcurrió entre la desaparición de Madeleine McCann, en Portugal, y la del vuelo 370 de Malaysia Airlines: 2 de los mayores enigmas de los últimos tiempos y, si me apuran, de la historia moderna toda?

A) Prácticamente 3 años.

B) Prácticamente 9 años.

C) Prácticamente 7 años.

D) Prácticamente 5 años.

 

4968. ¿Quiénes son los vecinos del Museo de la Evolución Humana?

A) Los burgaleses.

B) Los aquincenses.

C) Los bratislavos.

D) Los porteños.

 

4969. ¿A qué portento de todos los tiempos los aborígenes de cierta latitud lo bautizaron ‘tusitala’, o sea ‘contador de cuentos’?

A) A Wells.

B) A Stevenson.

C) A Chesterton.

D) A Conrad.

 

4970. Autor(a) de la novela titulada El consentimiento.

A) Gabriel Matzneff.

B) José de la Colina.

C) Vanessa Springora.

D) Gertrude Stein.

 

4971. ¿Cómo hace algo alguien que lo hace con alacridad?

A) Con gran alegría.

B) Con molestia evidente.

C) Con desgana evidente.

D) Con gran cuidado.

 

4972. ¿En qué año publicó Percival Christopher Wren su Beau Geste?

A) En 1924.

B) En 1954.

C) En 1944.

D) En 1934.

 

4973. Nacionalidad del médico y científico y profesor e historiador e investigador -toda una eminencia- Rodolfo Acuña Soto.

A) Uruguaya.

B) Mexicana.

C) Española.

D) Chilena.

 

4974. “Gobierno en que ejercen el poder los ciudadanos que tienen cierta renta”.

A) Dasocracia.

B) Talasocracia.

C) A o B.

D) Ni A ni B.

 

4975. ¿Qué fue Platón de Solón de Atenas?

A) Su nieto.

B) Su bisnieto.

C) Su tataranieto.

D) Su sobrino.

 

4976. ¿De qué novela de Mario Vargas Llosa es Santiago Zavala protagonista?

A) De La guerra del fin del mundo.

B) De Conversación en la catedral.

C) De La ciudad y los perros.

D) De La casa verde.

 

4977. ¿Qué de lo siguiente no jugó, hasta donde estoy informado, sir Arthur Conan Doyle, un auténtico entusiasta de los deportes?

A) Basquetbol.

B) Fútbol.

C) Tenis.

D) Golf.

E) Criquet.

 

4978. A más de fabulador y novelista, ¿qué fue el demiurgo de Sherlock Holmes?

A) Abogado.

B) Arquitecto.

C) Médico.

D) Ingeniero civil.

 

4979. ¿Qué evangelista es el que da cuenta de esta escena que, me temo, inaugura con su escepticismo la era científica, de cuyos efectos a diario somos testigos: “Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’ Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré’”?

A) Mateo.

B) Marcos.

C) Lucas.

D) Juan.

 

4980. Nacionalidad del ante todo poeta y ensayista Raúl Zurita.

A) Argentina.

B) Uruguaya.

C) Chilena.

D) Colombiana.

 

4981. “Tejido muy fino que hacían principalmente las mujeres del Paraguay, hoy muy generalizado en la América del Sur para toda clase de ropa blanca”.

A) Ñacaniná.

B) Ñacurutú.

C) Ñandubay.

D) Ñandutí.

 

4982. ¿Cuál de los siguientes no es un poemario del vate español Francisco Brines?

A) La última costa.

B) Anteparaíso.

C) Insistencias en Luzbel.

D) Palabras a la oscuridad.

 

4983. ¿Cuántos años transcurrieron entre la gripe española y la de Hong Kong, dos pandemias cuyos números son hasta hoy (1 de diciembre de 2020) muy superiores a los del coronavirus, al que los científicos nos han enseñado a temerle más que a la mismísima peste negra?

A) 50.

B) 40.

C) 30.

D) 20.

 

4984. Las Probilof son islas...

A) Rusas.

B) Canadienses.

C) Estadounidenses.

D) Búlgaras.

 

4985. ¿Y de cuántas estamos hablando?

A) De cinco.

B) De cuatro.

C) De tres.

D) De dos.

 

4986. ¿Qué de esto es cierto en relación con William Faulkner y John Meade Falkner?

A) Ambos compartieron nacionalidad.

B) Aquél nació después y murió después que éste.

C) Éste nació después y murió después que aquél.

D) Ambos fueron empresarios exitosos.

 

4987. ¿Quién de ellos no marcó para la selección argentina en la final de México 86, en la que Alemania Federal salió derrotada por 3 a 2?

A) José Luis Brown.

B) Jorge Valdano.

C) Diego Armando Maradona.

D) Jorge Burruchaga.

 

4988. ¿Con cuál de estos 2 largometrajes ganó Emir Kusturica la Palma de Oro?

A) Con Underground.

B) Con Papá está en viaje de negocios.

C) Con A y con B.

D) Ni con A ni con B.

 

4989. ¿Qué voz de cuentista se apuntó este acierto cuya verdad, y no exagero, tiene los efectos  de una otitis: “Si algo sabemos los escritores es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que, a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad”?

A) La de Jack London.

B) La de Henry James.

C) La de James Joyce.

D) Nada de lo anterior.

 

4990. ¿Qué voz de inmortal se apuntó este acierto de cuya verdad pueden dar fe tantos, pero no yo: “Las condecoraciones y los títulos evitan muchos empujones en las aglomeraciones”?

A) La de Cervantes.

B) La de Goethe.

C) La de Shakespeare.

D) Nada de lo anterior.

 

4991. ¿Cuál es la definición del sustantivo bocio?

A) “Explosión que sale por la boca del barreno sin producir efecto”.

B) “Aumento, difuso o nodular, de la glándula tiroidea”.

C) “Jarro de cerveza de un cuarto de litro de capacidad”.

D) Todo lo anterior.

 

4992. ¿Con qué pasaporte viajan hoy (2020) los nacidos en la región histórica de Moravia?

A) Con el eslovaco.

B) Con el checo.

C) Con el austríaco.

D) Con el húngaro.

 

4993. ¿Por qué ciudad se pavonea un corroncho global -es decir un colombiano, alemán, japonés medio- que, teléfono en mano, se saca una puta selfi frente al Burgtheater, sin que tenga ni la más remota idea de qué es esa vaina?

A) Por Varsovia.

B) Por Berlín.

C) Por Salzburgo.

D) Por Viena.

 

4994. ¿Y por cuál un par de días después, cuando lo que publica en sus redes es el Prater tan bello y él tan feo?

A) Por Varsovia.

B) Por Berlín.

C) Por Salzburgo.

D) Por Viena.

 

4995. ¿De qué año son las imágenes que el director Walter Ruttmann inmortalizó en ‘Berlín, la sinfonía de la gran ciudad’, “uno de los documentales más influyentes de la historia”?

A) De 1947.

B) De 1937.

C) De 1927.

D) De 1917.

 

4996. ¿Y cuánto tiempo después del estreno de ese hito del cine experimental falleció su director?

A) Casi 20 años.

B) Casi 15 años.

C) Casi 10 años.

D) Casi 5 años.

 

4997. ¿En dónde puede dar hoy (diciembre de 2020) el interesado con una espermateca?

A) En el aparato reproductivo de ciertos animales.

B) En un banco de semen.

C) A y B.

D) Ni A ni B.

 

4998. ¿Con cuál de estos títulos ganó Richard Powers el Premio Pulitzer en 2019?

A) Con El clamor de los bosques.

B) Con Orfeo.

C) Con El eco de la memoria.

D) Con otro.

 

4999. ¿Y con cuál, unos años antes, el National Book Award?

A) Con El clamor de los bosques.

B) Con Orfeo.

C) Con El eco de la memoria.

D) Con otro.

 

5000. ¿Quién hacía -y por cierto pésimamente- las veces de presidente de la pobre Colombia el día en que Deep Blue, la “supercomputadora desarrollada por el fabricante estadounidense IBM para jugar al ajedrez” derrotó nada menos que a Garri Kaspárov, derrota que constituye apenas un aviso de lo que la inteligencia artificial le depara a la especie?

A) Uribe.

B) Pastrana.

C) Samper.

D) Gaviria.