871. ¿Que
por qué yo, un don nadie en el mundo de las letras y no se diga en el real
-caso de que algo semejante siga existiendo en pleno apogeo del virtual-,
rebauticé -se me habrán adelantado diez o cien- al Homo sapiens Homo
insatisfactus, denominación que a diferencia de aquélla sí nos define y abarca
a todos sin excepción? Explícaselo tú, Rosita entrañable:
“…La
insatisfacción es uno de los rasgos distintivos del bicho que somos. Un poco de
insatisfacción enardece y aviva, impele a los humanos a llegar a la Luna; pero
su exceso, y por lo general se nos va la pinza, es una patología muy
destructiva. Una de las frases más estremecedoras de Oscar Wilde dice así:
‘Para la mayoría de nosotros, la verdadera vida es la que no vivimos’. Seguro
que en estas palabras también latía cierta referencia a la terrible sociedad
represiva de la época, en la que, por ejemplo, ni gays ni mujeres podían ser
quienes de verdad eran, pero sin duda en lo más profundo se refiere a la
consabida insatisfacción humana. Y qué horror llegar a perder el sentido de tu
realidad hasta ese punto, qué pena desperdiciar la vida, esta vida nuestra tan
brillante, breve y única, en obsesionarnos con lo que no tenemos en vez de
apreciar y disfrutar lo que poseemos.
Y si
Wilde decía en sus tiempos eso, imaginaos ahora. Estamos tan maleducados
emocionalmente y crecemos tan ajenos a lo que es cualquier frustración que el
hecho de que se haya acabado el sabor del helado que íbamos a comprar puede
amargarnos durante un buen rato. A la mitad de los niños los abarrotan de
regalos y juguetes antes de que ni siquiera puedan desearlos, y la otra mitad,
de economía precaria, viven la carencia como una humillación, como un fracaso
público y estridente. Somos unos yonquis del deseo instantáneo. Unos
analfabetos en frustración.
Un buen
jardinero me dijo un día que, para crecer fuertes y sanos, los árboles tenían
que pasar un poco de sed, porque así sus raíces se hundían en la tierra y el
tronco se erguía mucho mejor anclado y más poderoso. Vivir es, por definición,
perder, no poseer, no completar, no lograr nunca todo. Vamos dejando atrás
posibilidades, opciones, sueños no cumplidos, además de nuestra infancia,
nuestra adolescencia, nuestra juventud, y así sucesivamente. Gracias a todas
esas pérdidas y esas carencias vamos desarrollando otras realidades. Otros
presentes que hay que saber habitar. Olvidaos de aprender inglés en el nuevo
año: me parece más provechoso aprender a soportar la frustración para así poder
crecer mejor, más fuertes y con más raíces. Eso es lo que yo quisiera” y yo
necesito desesperadamente “conseguir en los próximos 12 meses: vivir sin que
los deseos desaforados me enloquezcan, no inventar mi futuro, sobrellevar las
pequeñas y cotidianas pérdidas como el roble sobrelleva la sed e instalarme con
consciencia plena en el presente. Ojalá.”
Pero
vente para acá, acércate un poco, que nadie más oiga esto que quiero contarte,
que necesito confesarle a alguien de mi entera confianza y afecto. Me crees si
te digo que, a mis cincuenta años, sobrellevo muy bien el anonimato literario y
algún que otro “fracaso” laboral; esta salud algo precaria y agravada por un
fatalismo congénito; las vilezas del perro mundo y las mezquindades de sus
dirigentes mas no, mujer, el debilitamiento más que palpable de mi antigua
suerte venérea. Y lo peor del caso -a los ojos de los torquemadas de la
fidelidad a ultranza- es que tengo a quién querer y bastante que se lo merece…
Pero qué le vamos a hacer si así somos: codiciosos de lo que a otros los trae
sin cuidado y conformistas con respecto a lo que para muchos constituye una
obsesión y un delirio. ¿La fama y las fortunas obscenas de la cacoplutocracia
gringa hoy en el poder o las universitarias que se lleva a la cama el más
dichoso y promiscuo de los veinteañeros? A que no adivinas.
872. Si
se adelantara el experimento de pedirles a cien personas de las que viven por
completo al margen de la literatura y de la farándula literaria que escojan,
ayudadas por la intuición, cuáles de los siguientes nombres corresponden a
victimarios y cuáles a víctimas en un entramado de violaciones y abusos
sexuales y hasta pueda que un asesinato, seguro estoy de que un altísimo
porcentaje señalaría sin vacilar a los dos hombres del grupo en calidad de
perpetradores y a las tres mujeres en el de agredidas: Andrea Skinner, Gerald
Fremlin, Jim Munro, Lynn Harper y Alice Munro. Dos cosas ambiciono yo en
relación con la igualdad que debe reinar entre unos y otras: que los progresos
más que notables que las mujeres han materializado en las latitudes
privilegiadas que son las democracias no se estanquen hasta que ojalá llegue el
día en que sean universales -primero sobreviene la parusía-, y que, por respeto
a los claroscuros de la naturaleza y el corazón humanos, a ellas se las condene
o exonere social e históricamente tras examinar y sopesar los hechos, las
pruebas y las circunstancias que pesen en su contra o que jueguen a su favor y
no como lo hicieron los desaprensivos y romanticones del experimento.
873. Si
esta sospecha eclosionara de repente para luego arraigar en la conciencia de
cada pobre diablo de la codicia cuya aspiración o fantasía más elevada es
igualar y rebasar los cuatrocientos mil millones de dólares que constituyen la
fortuna obscena de un corazón ruin llamado Elon Musk, tal vez habría lugar para
un resquicio de esperanza con el que combatir o al menos paliar la solastalgia:
“Ese
olivo no es más que una porción vertical de tierra convertida en madera, en
madera que al crecer se transforma en hojas, y las hojas, al estirarse, en
aire, y el aire, al espesarse, en mí, en mí, que cruzo enloquecido las gasas
formadas por la niebla a primera hora de la mañana del taciturno invierno. Al
exhalar el aire que respiro, me trueco en viento, y ese viento se metamorfosea
en el agua del estanque que a veces se concentra y da lugar a los peces de
colores. La tierra, la madera, las hojas, el aire, el cuerpo, el agua y los
peces son la misma cosa bajo distintas apariencias. Todo es uno, como predican
los místicos. Tanta complejidad para llegar a esto. Significa que al escupir el
hueso de la oliva escupo algo de mí: puro canibalismo inverso. El sillón de
orejas en el que me hundo por las tardes se devora a sí mismo al devorarme. En
cuanto a escribir, escribir es diluirse como leer es leerse.
Entonces,
cuando de buena mañana atravieso el olivar del parque, me atravieso a mí mismo.
Y cuando pienso en ti no hago otra cosa que pensar en mí. Yo soy todos los
muertos de la historia. Yo soy su resultado, su excipiente quizá, además de su principio
activo. […]
‘Solo
una vez supe para qué era la vida’, dice el primer verso de un poema de Anne
Sexton. Lo escribió para mí, que esta mañana, en el parque, he sabido para qué
era la vida y luego lo he olvidado como el que olvida un paraguas. Por eso
mismo, porque lo he olvidado, vuelvo a los ansiolíticos, que me ponen a
cubierto de la lluvia mental y de los nervios de no saber para qué sirve la
vida. Aunque a veces, al ver cómo la tierra se transforma en madera y la madera
en hojas y las hojas en aire y el aire en agua, etcétera, a veces, decíamos, me
parece intuirlo. Lo intuyo y vuelvo más tranquilo a casa y me tomo un café como
el que se bebe su sangre. Hoy es viernes, pero el viernes soy yo.”
La
factibilidad de que algo así ocurra -prevengo a los esperanzados recalcitrantes
y por tanto cultores del pensamiento desiderativo- es harto menos probable que
la de que sobrevenga la parusía o que, en virtud de su belleza, este para mí
poema de un grande entre los más grandes convierta en dependientes de la poesía
y la literatura a los diez millardos de Homo insatisfactus que arrimamos el
hombro para que el copresidente de los Estados Unidos de América, así como los
que aspiran a destronarlo, ensanchen sin tregua la impudicia de sus fortunas.
874. Y a
propósito de poetas y poesía y literatura de 24 quilates, confieso que me cago
mentalmente de la risa cada que oigo a los forofos de la inteligencia
artificial anticipando que muy poco falta para que aquello deje en pañales a
Cervantes -no lo han leído-, a Beethoven -no lo han oído- y a cualquier
inmortal del arte que en el mundo es o ha sido, y todo porque aquel engendro
mirífico -lo es en muchos sentidos mas no en el que nos ocupa- ya rebasa las
destrezas escritoras de la mayoría de universitarios y de sus profesores, lo
cual supone poner el listón a ras del suelo. ¿Pero soñar con que aquello se ice
hasta el parnaso para decir “Si no hubiera calendarios nadie cumpliría años. Si
no hubiera espejos solo se envejecería en el rostro destruido de los demás. El
tiempo sería una fuerza invisible que te iba empujando por la espalda hacia el
futuro y en lugar de años cumpliríamos amaneceres y puestas de sol. El oficio
de vivir se desarrollaría en consonancia con el ciclo de las frutas de
temporada; tiempo de mandarinas, tiempo de cerezas, tiempo de fresas, de
melocotones, de uvas, de manzanas. La vida consistiría en atravesar la
naturaleza con sus ríos, mares y montañas, con sus lluvias y vientos, nieves,
tormentas, cielos azules, brisas placenteras, catástrofes, cataclismos y soles
radiantes. Y al final el cuerpo caería del árbol como una fruta madura sobre un
lecho de hojas amarillas. Ser joven consiste en hacerse preguntas; ser viejo
consiste en creer que se tienen ya todas las respuestas. La edad no cuenta. Durante
esa travesía, el joven se pregunta por qué está vivo, qué sentido tiene
levantarse de la cama cada mañana, qué hay más allá de los sueños. El viejo
sabe de qué se trata. Fuera de la cama está la historia con los triunfos, las
derrotas, los honores y todas las infamias humanas. El futuro es todo lo que
sucede mientras lo soñabas. El mundo no es más que esa bola de estiércol que
arrastra el escarabajo guiándose por la Vía Láctea…”? ¡Perdónenme pero
discúlpenme, criaturas tan hiperconectadas cuanto ignaras en achaques de
belleza!: apuéstenle, el alma si quieren, a lo más inverosímil que hoy nos
pueda parecer en relación con las posibilidades de la IA aplicadas a la medicina,
la mecatrónica y tantas otras ciencias y quehaceres, que por ahí sí va la cosa.
875. “El
milagro al que asistí hace años: un colibrí de color verde esmeralda, rojo y
azul, se había detenido aleteando en el aire y con el pico cazaba una gota
brillante, como de plata, que caía desde una rama del roble cargada de nieve”:
¿una imagen?, ¿una foto que, de haberlo sido, sería la foto más hermosa y mejor
lograda en la historia de la fotografía?, ¿las puede ver un ciego sin remedio,
es decir uno que no sabe cómo son la luz ni las tinieblas y por tanto vive en
la nada sin color que es la ceguera? Toda una paradoja que lo que no consigue
la ciencia lo logre el arte: ponerme ante maravillas eminentemente visuales que
se mantendrán veladas incluso para muchos que nacieron con los ojos abiertos.
876. Con
cuál Daniel Innerarity Grau me quedo: ¿con el que en ‘La democracia y la
verdad’ complejiza en tal grado eso, el problema de la verdad y la objetividad
en política, que al lector que soy le queda la sensación -que en mí ya era
certeza- de que es más fácil un acuerdo entre sectarios de las religiones predominantes
que entre los distintos estamentos de una sociedad razonablemente abierta y
pluralista, o con el demasiado taxativo que en ‘La democracia de la migración’
se olvida de los diversos puntos de vista e intereses desde los que un fenómeno
como el de los desarraigados, complejo entre los más complejos, se debe
examinar? Un buen ejercicio para dentro del aula podría consistir en que los
estudiantes de una clase universitaria de ciencias políticas le aplicaran al
segundo la teoría, tesis y asertos del primero, a ver qué resulta.
877. Propongo
una idea para que a la educación se la transforme de verdad y se la convierta
en la promesa incumplida de equidad y bienestar con que los políticos nos
engatusan, acá en Colombia y en tantas partes, cada que irrumpe una nueva
campaña a la presidencia. Que los profesores de todas las asignaturas, en
principio del sector público -el ejemplo entra por casa-, se enteren de la
proeza universitaria y profesional de Mohamed Solaimane en la Gaza bombardeada
y hambrunizada por Herodes Netanyahu el Crudelísimo y sus congenocidas, entonen
un mea culpa por su colectiva ignorancia y desprecio por el esfuerzo y la
excelencia académicos y, de cara al país, se comprometan a cultivarlos en lo
sucesivo y a fomentarlos entre sus estudiantes, trátese de párvulos o de
doctorandos en esto o lo otro.
878. ¿Que
el populista y demagogo por quien votaste en 2022 no ha hecho nada en absoluto
desde la presidencia, Anita querida? ¿En serio lo crees así?:
“Hay un
artículo de Gustavo Petro que se llama Crear riqueza, que fue publicado en 2021
y que repite cosas que ya proponía en 2018. Pero, si ya sabe lo que hay que
hacer, ¿por qué no lo hace? ¿Por qué sus prioridades a la hora de gobernar no
son las que con tanta claridad planteaba en sus propuestas? ¿Por qué en vez de
unir divide, en vez de combatir la corrupción la alienta y la apadrina, por qué
ha terminado pareciéndose tanto a su adversario Álvaro Uribe, todo el tiempo
con el mensaje de la crispación en los labios, y con la monserga consabida de
que hay una siniestra conspiración contra él siempre en marcha?
Esa
costumbre de llamar por la mañana a la unidad y por la tarde a la
confrontación, esa manía de ser el presidente de toda la nación, pero alzar en
el momento menos pensado la bandera del M19, ese discurso de estadista en
ciertas tribunas y de insurgente en otras, no solo no lo dejan vivir en paz,
sino que no le permitirán nunca unir al país en las inmensas tareas solidarias
que la historia requiere. Se despierta siendo presidente, pero al rato le
parece que era más poético ser guerrillero; su alma de insurgente no cabe en la
ropa cuando recuerda que es el comandante general de las Fuerzas Armadas, y que
tiene que imponer la paz a unas guerrillas que luchan contra el Estado y a unas
bandas que luchan contra la ley; no sabe si bombardearlas o abrazarse con ellas;
sabe que él es el que manda y asume un tono bonapartista de emperador, pero de
repente comprende que detesta vivir en un palacio.
Y
mientras el país se acomoda mal a vivir al ritmo de las oscilaciones del
príncipe que nunca está de acuerdo consigo mismo, que transa con los
politiqueros, que se acomoda a las burocracias, que acepta que se corran las
líneas éticas porque los adversarios lo hacen, que apadrina corruptos, y que no
soporta que no lo soporten, las grandes tareas del Estado van quedando para después,
el día a día no permite emprender el gran cambio, el poder que le dieron le
parece cada día más insuficiente, dos años y medio solo le han revelado que tal
vez ocho serían apenas justos, y las amarras de la política tradicional no le
permiten dar el salto hacia sus supuestas convicciones.
Un
gobernante decidido a cambiar no puede seguir acomodándose a las corruptelas
del poder parlamentario, a los vicios del sistema electoral clientelista, a la
idea de que para hacerse elegir lo que se necesita es plata. […]
La
teoría estaba clara, pero el viejo ritual del burocratismo, del manzanillismo,
del parlamentarismo por debajo de la mesa, se les fue devorando las buenas
intenciones. Y la dura realidad hizo el resto.”
Ahí
tienes, si bien demasiado edulcorada y maquillada no en escasa medida por la
pluma de uno a quien sus devaneos con la otra extrema hicieron caer en
desgracia con sus ex camaradas, la síntesis de la kakistocracia que con tu voto
ayudaste a entronizar en el poder. Ya tendremos ocasión de volver a reunirnos
para seguirle dando vueltas a un asunto inconducente como pocos pero que, en
nuestro caso y al igual que la religión, lejos está de malquistarnos ni mucho
menos distanciarnos. Y salúdame por favor a Bruno y a Lupita. Claro: por
supuesto que también a Martín, Edwin y doña Carmen.
879. Supongo
que todos los que, como Alec Garrard, le dedicamos “endless hours of work” a
una obra que en principio nadie nos pidió o que, como en el caso de la de un
servidor, nadie en absoluto sabe que se está forjando, experimentamos la misma
fluctuación incompasiva del péndulo emocional que muy bien describe aquel
desquiciado:
“…Que
había que estudiar la Misná, continuó, y todas las demás fuentes disponibles y
la arquitectura romana y las particularidades de las construcciones erigidas
por Herodes de Masada y Borodium, porque sólo así se llega a las ideas
correctas. Al final, todo nuestro trabajo no reside más que en ideas, ideas que
se modifican de continuo con el paso del tiempo, por lo que es habitual que induzcan
a echar de nuevo abajo lo que ya se tenía por concluido y volver a comenzar de
nuevo. Probablemente no me hubiera aventurado a construir el templo si hubiera
sabido las exigencias que me plantea un trabajo cada vez más desbordante y más
minucioso. En definitiva, si lo que se quiere es causar la impresión de
realismo en su conjunto, se deberá fabricar a mano y pintar expresamente cada
uno de los casetones, de un centímetro cuadrado, de los techos de las
columnatas, cada una de los cientos de columnas y cada uno de los miles de
sillares. Ahora, cuando comienza a oscurecer lentamente en los márgenes de mi
campo visual, a veces me pregunto si alguna vez acabaré la construcción y si
todo lo que he creado hasta ahora no es más que una miserable chapuza. Pero en
cambio, otros días, cuando la luz de la tarde penetra de soslayo por la ventana
y dejo que la vista total produzca su efecto en mí, entonces, por momentos, veo
el templo con sus pórticos y con las habitaciones de los sacerdotes, la
guarnición romana, los baños, el mercado de avituallamiento, los lugares de
sacrificio, las galerías y casas de cambio, las grandes puertas y escaleras,
los antepatios y las provincias exterbnas y las montañas al fondo, y lo veo
todo así, como si ya estuviera terminado y como si estuviese en la antesala del
paraíso.”
Porque
hay que estar muy desquiciado de ingenio y de sinrazón para obstinarse, como
aquel hombre de ‘Ghost Dog: The Way of the Samurai’, en la construcción de un
barco enorme con el que jamás podrá hacerse a la mar dado que lo fabrica en la
terraza de un rascacielos. ¿Cuál es el propósito ulterior de -me interpelo- ‘Speculum
mundi y otros relatos’, La astilla en la carne, ‘Desahógos polifónicos’,
‘Artículos publicados en el blog’ y ‘Mi desmemoria hecha preguntas’, títulos
que, por otra parte, no es que transmitan mucho? Ninguno ulterior y -me
respondo- nada más que uno atemporal en tanto el que los firma exista:
exactamente el mismo que alienta al personaje anónimo de Jim Jarmusch.
880. A
mi Charlotte Ives no la constituye, como sí a la del vizconde, una única
esencia y un único cuerpo y una única identidad sino seis esencias y seis
cuerpos y seis identidades que, juntos, compendian lo más memorable de mi
historial amoroso: S. Y. B. L., O. L. G. S., A. A. C., L. M. V., A. M. C., y P.
A. P. L. Benditas todas.
881. ¿Quiere
usted saber cuánto ha cambiado el mundo que teníamos por civilizado entre 2011,
cuando Knausgard escribió esto, y principios de 2025, cuando estamos a días de
que Trump el delincuente convicto y su panda plutócrata de rufianes de la
extrema derecha retornen a la Casa Blanca? Oigan al noruego y saquen
conclusiones:
“…Lo
fascinante de este párrafo de Mi lucha es que Hitler dice las cosas como son, que
la propaganda es una manipulación que muchas veces presenta burdas mentiras con
tanta insistencia que se convierten en verdades. Se podría pensar que un
político que escribe eso subvertiría toda su credibilidad y quedaría
políticamente muerto, pero Hitler se atreve a hacerlo por dos razones: en parte
porque la propaganda es un medio relacionado con una meta, y esa meta es tan
importante y tan justa, un bien tan verdadero, que todos los medios están
permitidos para conseguirla, incluso la mentira -el pragmatismo está ahí para
el idealismo, es su servidor, no al revés-, y en parte porque está tan seguro
de que la propaganda funciona y es tan poderosa en sí misma que una explicación
o admisión de ese tipo no lo mueve un ápice; es justo eso de lo que él escribe,
que todo lo que complica, objetiva o matiza jamás puede llegar a las masas ni
influir sobre ellas, y eso también rige para lo que él mismo escribe aquí.
En
nuestra época esta dialéctica no nos resulta desconocida, pues todos sabemos
que la publicidad, que abunda por todas partes en tal cantidad que casi nos
desborda, es manipuladora y engañosa, sabemos que la imagen del mundo que
ofrece es mentira, lo que no obstante no impide que nos influya y de hecho nos
haga hacer lo que nos pide […]. La diferencia entre nuestra sociedad y la de
Hitler está en que nosotros hemos relegado todas esas fuerzas y todo lo que
asociamos con ellas a un lugar no peligroso de la sociedad, el que menos nos
obliga a ver la realidad, el mundo de la ficción y la imagen, es decir, la
cultura del entretenimiento, y no permitimos que se cuelen en las partes que
nos obligan a ver la realidad, como la política, el sistema de educación, la
burocracia o la esfera privada, excepto aquello que no es real. El que tengamos
un apartado para lo real y otro para lo no real, al que pertenece la publicidad
y el poder de la publicidad, tal vez sea lo que nos salva de algunas de esas
fuerzas que hace tres generaciones se dispararon sobre Europa. Pero no para
siempre, porque hay en esto un elemento de algo no reconocido, el sistema
siempre contiene algo que no se puede decir, aunque sea verdad, y se podía
imaginar que algún día el poder de lo verdadero llegaría a derribar el juego de
la mentira. En una sociedad sin necesidades físicas, donde la violencia propia
está regulada, resulta difícil imaginarse que esto sucediera; jamás una
sociedad se ha encontrado más lejos de la revolución que la nuestra, jamás una
masa ha estado más adormilada en trivialidades que la nuestra, pero también
nuestro mundo tiene un reverso, el llamado Tercer Mundo, donde la violencia
estructural es tan despiadada y destructiva como lo fue en su tiempo en Europa,
y si se levantara contra nosotros no es seguro que lo bueno y lo malo, lo moral
y lo inmoral, lo verdadero y lo falso se mantuvieran tan claramente
diferenciados como lo están hoy.”
Las mías
se resumen en una, en la que vengo y seguiré insistiendo hasta que me quede sin
voz y sin blog: el ciudadano medio europeo, estadounidense, primermundista,
tercermundista, del norte y del sur global constituye una rémora para cualquier
progreso y afianzamiento del sentido común a los que aspiren las democracias.
Son su desinformación de iletrado no en pocas ocasiones con grados
universitarios, su desdén por la responsabilidad que comporta el mantenerse
enterado de primera mano, su adicción al facilismo de la sociedad del
espectáculo y su nulo o en todo caso distorsionado conocimiento del pasado lo
que lo lleva a votar temerariamente y con ello a poner en riesgo el presente y
el futuro de sus países.
Adenda:
yo que Karl Ove ya estaría escribiendo uno de sus sesudos análisis de la cosa
política en relación con los extremismos que vuelven a enseñar su faz
amenazante donde él y muchos más habrían podido asegurar que no la volverían a
ver. No sabe uno si envidiar o deplorar su fe en la supuesta capacidad de
aprendizaje a largo plazo de parte de la especie.
882. Propongo,
en consideración al éxito estruendoso que los partidarios de la ley del mínimo
esfuerzo personal y ajeno y la lenidad académica pueden exhibir en tantos
países del globo y desde hace tanto, que en aras de la precisión léxica se le
pidan prestados a la arquitectura el adjetivo brutalista y el sustantivo
brutalismo para que definamos, de una vez por todas, un fenómeno escolar y
social que, en el mejor de los casos -las ciencias-, cercena todo interés por
lo que no sea “lo mío” y, en el peor -humanidades y afines-, todo interés por
lo que no sean las veleidades más ridículas de la wokeizquierda hiperpacata, que
monopoliza las cátedras y legisla en los campus. ¿Que la IA está a esto de
reemplazar la inteligencia natural a punta de algoritmos? Con medio levantar el
pie para sortear el listón le basta.
883. “¡Qué
bien argumentamos sobre los hechos erróneos!”, reflexiona usted, Tristram
amigo, Shandy hermano, y yo, que no tengo cómo explicarle qué es un ‘large
language model’ ni para qué sirve la dichosa IA por no entenderlo a cabalidad
le advierto, en cambio, que en cuestión de unos pocos años estos inventos
todavía en pañales dizque ya superaron las capacidades escritoras y
argumentativas del humano medio quien, a decir verdad, ninguna tenía. ¿Que está
cerca el día en que el engendro formidable torne a su demiurgo y a los demás
inmortales del oficio, de Homero a García Márquez, insignificantes y anodinos
frente a la literatura que va a brotar de sus redes neuronales artificiales? Lo
afirman quienes, por otra parte, se morirán sin haber siquiera oído el nombre
Laurence Sterne o superado, por culpa de lo que podríamos llamar discapacidad fictiva
congénita, las diez primeras páginas de la Ilíada, la Odisea, Cien años de
soledad o Crónica de una muerte anunciada.
884. ¿Qué
se le agrega a la completitud?: “¿Qué es la vida humana? ¿No es acaso un
continuo vaivén de un lado a otro?-¿De un pesar a otro?-¿No consiste acaso en
ir clausurando dolores-para inaugurar otros al siguiente instante?”: quien lo
probó lo sabe y quien todavía no, ya tendrá ocasión. Claro, si Su Majestad la
parca no acude antes en su auxilio.
885. De
las diez preguntas que formula el miope político William Ospina en ‘¿El mundo
para los americanos?’, donde, según costumbre, ensalza y execra a partes
iguales a los Estados Unidos y a los estadounidenses, ensalza sin ambages a la
China y a los chinos, desfigura sin pudor las causas y las responsabilidades
primigenias de la invasión de Rusia a Ucrania y de la guerra entre Israel y
Hamás que dio comienzo el 7 de octubre de 2023, e infantiliza, victimizándolos,
al resto de América y al dichoso sur global cuando los exonera de toda culpa
frente a su perra suerte, tres -la sexta, la octava y la novena- me hacen
gritar un ojalá sin paliativos, una -la décima- me descoloca por lo ambigua que
resulta -o por lo contradictoria, si se la compara con ciertas proposiciones de
la soflama-, mientras que las demás…: “¿Se apoderará Trump de Groenlandia? ¿Volverá
a gritar como Teodoro Roosevelt ‘I took Panama’? ¿Convertirá a Canadá en el
estado 51 de la Unión? ¿Hará la paz en Ucrania celebrando una sospechosa y
secreta alianza con Vladimir Putin? ¿Sostendrá el holocausto de Gaza? ¿Detendrá
el ascenso imparable de Xi Yinping? ¿Empezará una guerra inédita contra los
carteles de la droga ahora redefinidos como terroristas? ¿Derrotará por fin la
cada vez más agónica revolución cubana? ¿Acabará con Maduro y con Ortega?
¿Impondrá sobre el país que fundó la simbólica democracia de Occidente el poder
de esa oligarquía tecnológica que anuncia Biden en su melancólica despedida?”
Adenda(sss):
que sepan desde ya los groenlandeses, los panameños, los canadienses y no se
diga los ucranios que cuentan con este servidor para lo que se requiera, desde una
modesta pero sentida contribución en metálico para la causa hasta pelear hombro
a hombro con ellos a fin de ayudarlos a defender su soberanía. A los diez o
veinte gringos que acaso lean traducidos al inglés los títulos del colombiano
de marras, una recomendación: tengan por auténtico el garrote con que el man se
divierte aporreándolos y por apócrifa o aun podrida la zanahoria que les lanza
mientras les atiza. ¿”Simbólica” la democracia de Occidente? Desde luego que
sí, si con las que se la compara es con la china, la norcoreana, la iraní, la
saudí, la rusa, la bielorrusa, la cubana, la venezolana y la nicaragüense,
ellas sí de facto y del agrado del poeta. Cuya lista de interrogantes me
permito ensanchar con un par, que mucho me inquietan: ¿asistirá el mundo en
algún momento de los próximos cuatro años a la declaración de la Tercera Guerra
Mundial? ¿Devolverá el granuja pacíficamente el poder al cabo de ese tiempo,
caso de que los electores decidieran no refrendarle el mandato?
886. ¿Que
“al paso que va el supuesto régimen del cambio, está muy cerca de que la
historia lo reconozca como ‘gobierno de delincuentes’”, despabila usted un poco
tarde, doctor Ramiro Bejarano? ¡Pero si por tratarse de una panda de criminales
en principio políticos, y con un cabecilla con prontuario, es por lo que miles
votamos en blanco en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022!
¿O acaso pensaba usted, como muchos de mis imberbes estudiantes de los dos
sexos, que el chusmero iba a devenir, como por ensalmo, en garantista y paladín
de la democracia? ¿Que, merced a su voto por él y al de su hija, sus malas
artes no se iban a usar en contra de ustedes dos ni en contra de otros que
ejercen asimismo la crítica con valentía y objetividad? Ya verá cómo, si las
adicciones no lo matan antes -ojalá- o los votantes vuelven a incurrir en el
dislate -ojalá no- o los rusos le ayudan a perpetrar un fraude -ojalá no-, las
truculencias de su votado y de los que le hacen los mandados van a hacer
palidecer, y semejar un juego de niños, las escaramuzas persecutorias del
uribismo.
887. Medioevo
Científico y Tecnológico:
“…De
manera que el asunto viene de lejos, y haríamos bien en recordar que nuestro
momento oscuro no sucedió de la noche a la mañana. Se ha estado produciendo
lentamente, incubándose como una enfermedad, con nuestra complicidad o
indiferencia. Si yo tuviera que señalar un rasgo de nuestro tiempo, uno entre
todos, que ha producido más que los otros la situación difícil en que nos
encontramos, intentaría descubrir el momento en que los ciudadanos perdimos la
confianza: la confianza en nuestros gobiernos, en nuestras autoridades, en nuestros
medios de comunicación, en lo que llamamos con ligereza las elites, en nosotros
mismos. No hay nada más catastrófico para una sociedad abierta que el
rompimiento de la confianza entre sus integrantes, y allí estamos nosotros
ahora. Lo vemos por todas partes: en los pequeños narcisismos tribales que nos
separan y nos polarizan, en la ligereza con la que juzgamos al otro, en la
triste credulidad con que le abrimos los brazos a cualquier explicación sobre
nuestros males que involucre a un chivo expiatorio, pero, en cambio, vemos en
los hechos comprobados -la ciencia, por ejemplo- una conspiración de illuminati
que se reúnen en las sombras con el único objetivo de robarnos nuestra libertad.
[…] La
victoria de lo que hemos dado en llamar posverdad es inconcebible sin la
campaña de desprestigio de los medios que han llevado a cabo los nuevos
populismos; durante la pandemia no nos ayudó la circunstancia brutal de que los
ciudadanos no confiaban en sus gobiernos, que mentían e improvisaban y
exageraban, y de que los gobiernos no confiaban en los ciudadanos, que
desobedecían, hacían trampas pueriles y se entregaban a las teorías de la
conspiración más imbéciles. Son muchos los ejemplos de este deterioro de la
confianza; pero es que son muchos años ya que los diversos agentes del desorden
han invertido en minarla, porque saben que una ciudadanía desorientada es más
fácil de manipular. Nos han convencido de que la libertad es poner una bomba en
el zócalo de las instituciones y las autoridades de nuestra vida pública, y les
hemos creído…” (Juan Gabriel Vásquez).
Salta
pues a la vista que vivimos tiempos de gran confusión y caos -los
contradictores vocacionales dirán que todos lo han sido-, empeorados por el
hecho de que en cada persona conectada desde sus dispositivos a la red hay un
potencial propalador de infundios y desinformación, y de ahí el creciente
bullicio y la imparable pugnacidad que nadie sabe cómo gestionar. Ese
desconocimiento sin solución a la vista, así como -entre muchas otras- las
realidades descritas en la cita, son lo que me lleva a afirmar aquí que
discurrimos por una segunda Edad Media -con el perdón del prístino Medioevo,
tan en paz (por comparación) al menos con el planeta- si bien científica y
tecnológica, que anda por sus albores. Al rigor de los historiadores
corresponde determinar sus orígenes y estudiar a fondo, transcurrido el tiempo
que haya menester, sus implicaciones y pormenores. Que ya aterran.
888. Brillanteces
que uno no concluye por uno no llamarse Manuel Vicent: “Por fortuna los chinos
no tienen Dios. Solo nos faltaba otro Dios monoteísta adorado por 1.400
millones de fanáticos en Oriente, en lucha abierta contra los tres dioses
coléricos de Occidente, los de los cristianos, musulmanes y judíos”. Cuando ya
usted -mi maestro- y yo -su discípulo- hayamos dejado de hollar aqueste valle
de lágrimas, la humanidad se enterará de primera mano de si la ausencia de
fanatismo religioso de la que se perfila para convertirse en la nueva
superpotencia se traduce en ausencia de fanatismo de cualquier índole o de si,
por el contrario y como mucho me temo, a falta de un Jesús, un Alá o un Yahweh,
los ojirrasgados de marras aplastarán a sus súbditos globales y aun espaciales
bajo el peso de su mefistofélico partido único.
Adenda:
pienso a instancias del gran Manolo en lo que habría sido ese sector del mundo
y el mundo si, amén de los chinos, también los indios y los japoneses hubieran
padecido los rigores del monoteísmo. Ahora: ¿se imaginan ustedes a un Kim
Jong-Un con la furia sectaria de un cruzado, un yihadista o un colono sionista,
y con armas nucleares a su disposición? Después de todo, el perro mundo podría
estar mucho peor de lo que está hoy con Xi, con Netanyahu, con Trump y con
Putin, para sólo hablar de los peores hijueputin actuales del oficio.
889. ¿Qué
se le agrega a la completitud?:
“Hay
sabios que todo lo que saben es porque lo han leído; hay sabios que todo lo que
saben es porque lo han vivido. Ignoro qué da más profundidad a la vida, si leer
a Shakespeare u oler una hogaza de pan candeal recién salida del horno. Puede
que ese perfume del pan posea más hondura que el monólogo de Hamlet, puesto que
permanece arraigado en el cerebro hasta la muerte, mientras las dudas de aquel
príncipe de Dinamarca se las lleva el viento. Creo que el triángulo que el
panadero traza sobre la corteza crujiente de una hogaza de pan de pueblo tiene
más verdad que el equilátero que contenía el ojo vigilante de Jehová. Si algún
joven aspirante a escritor me pidiera un consejo le diría: ‘Lee a Horacio, lee
a Shakespeare, lee a todos los grandes, pero después abre la ventana, asómate a
la calle y disponte a oír el grito del chatarrero’. Al llegar a cualquier
ciudad desconocida visita antes el mercado que la catedral, antes los bares que
los museos, y en lugar de ir al teatro prueba a sentarte en una terraza soleada
para ver pasar el río de la gente. Cada persona lleva un mapa en la cara que te
remite a regiones ignotas del alma humana. […] Busca la compañía de los
científicos y de los sabios que lo saben todo por experiencia, pero no de los
intelectuales cabreados que cambian de garita para disparar sin saber que lo
hacen sobre su propio cabreo. ¿Dónde están los sabios de antaño? Aquellos
labriegos herméticos, aquellos marineros cocidos por el sol de la mar, hay que
ir a buscarlos en las tabernas del puerto o en las solanas de los pueblos
abandonados. Allí se ven algunos viejos con el bastón entre las piernas
luciendo una camiseta de la Harvard University. Se la ha mandado su nieto que
está haciendo un máster en Estados Unidos. Tal vez de su boca salga alguna
sentencia parecida a las de Epicteto o de Marco Aurelio.”
Lo
suscribirían sin dilaciones, de seguir vivos -lo están en mi mente y en mi
corazón-: José Higinio Jiménez Fajardo, Luis Enrique Suárez Quevedo y Teresita
Rozo, tres maestros inolvidables de los que a sí mismos se forjan leyendo y
viviendo, mas no el sinnúmero de medianías empingorotadas y anónimas que tuve
alguna vez por docentes. Y apuesto a que tampoco los cuatro o cinco mejores
catedráticos que me tocaron en suerte, pues el cuello ortopédico de su
academicismo les dificulta muy mucho mirar hacia abajo.
Adenda:
¿le puedo hacer una pregunta, gran Vicent? Gracias: ¿me equivoco si afirmo que
entre los cabreados a que alude está Savater? No sé si también Trapiello, pero
sí Savater… ¿o no?
890. A
riesgo de que hoy o mañana alguien, o muchos, tonto de solemnidad o cerebros de
valía me tomen por un necio y por un reduccionista que simplifica un asunto de
tantísima gravedad y trascendencia como el de nuestra responsabilidad frente a
la debacle ambiental y climática por proponer que para contrarrestar el
consumismo desaforado que nos tiene en donde estamos procede, en primerísimo
lugar, no tener hijos (es decir, futuros desempleados o trabajadores en
condiciones precarias y enfermos sin tratamiento ni medicinas y víctimas de
catástrofes naturales o directamente provocadas por el hombre y padres de
familia que sufren por el presente y futuro de sus hijos y por descontado que
también consumidores que enriquecen a los multimillonarios a expensas del
planeta), lo afronto y voy más lejos inclusive: si ya es miopía no darse cuenta
de que el daño que le hemos ocasionado a la naturaleza es irreversible, pensar
que la humanidad va a despabilar de repente para meter en cintura al cartel de
la codicia que nos gobierna y manipula y trata peor que a esclavos es ceguera intelectiva.
Y de ahí que mi mejor contribución a la causa ecologista y ambiental sea, a más
de esforzarme por no comprar cosas que definitivamente no necesito y por no
viajar a lugares que puedo conocer literariamente, diseminar entre mis
conocidos y estudiantes la convicción de que una vida sin descendencia es no
sólo menos onerosa y preocupada y ajetreada, sino más rebelde y contestataria e
insumisa en relación con una mentira con la que los poderosos de la política y
de la economía nos tienen hipnotizados: la de la necesidad del crecimiento a
todo trance. Por lo pronto aquí sigo, dispuesto a pagarle la vasectomía o la
ligadura a cualquier estudiante que se anime; y para los que estén indecisos,
un par de lecturas muy breves y elocuentes del erial en que el Homo
insatisfactus ha ido convirtiendo el mundo, un mundo en el que no vale la pena
criar prole: ‘El oro en la basura’ de Antonio Muñoz Molina y ‘Somos las
cucarachas de Silicon Valley’ de Eliane Brum.
891. La
cacocracia de los multimillócratas o la multimillocracia de los cacócratas:
cuando la faz más tenebrosa de los alcances humanos se quita la máscara para
volver a ir por ahí, impúdica y desafiante, de los labios o la pluma de los
dotados para nombrar brotan las palabras que bautizan la “nueva” realidad. De
esta en particular nada bueno se puede esperar, salvo que usted sea un malvado
de mente y de corazón si bien insignificante, o un imbécil anónimo del tamaño
descomunal de los que, con su voto o su abstención, delegaron en una camarilla
de cacos multimillonarios estadounidenses la misión de darle jaque mate al sistema
político de que ese país fue abanderado hasta 2016.
892. Nos
salió no sólo listo el divulgador científico, sino además irónico: “Debo de ser
una de las pocas personas del mundo que no está decepcionada por la deriva
trumpista de Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y el resto de los
acaparateguis de Silicon Valley. Como nunca creí en su nobleza visionaria ni en
su compromiso social, me resulta imposible escandalizarme por sus grotescas
actitudes actuales. Cuando uno lleva en el pantalón la tercera parte del PIB
español, que es la fortuna personal de Musk, es lógico que crea que la
moralidad es una enfermedad psiquiátrica. La verdad es que ahora mismo me
preocupa mucho más Robert Kennedy…”. ¡Pero si mientes como un bellaco!: qué te
van a importar las muertes que pueda ocasionar el tarado antivacunas aquel
cuando te das el lujo de desdeñar los miles que genera el cartel plutócrata con
su codicia. O cuentachistes u opinante serio y riguroso mas no las dos cosas, y
muchísimo menos en una cuestión que no las resiste.
Adenda:
ahora no es que se vaya a tomar a pecho, hermano, esta regañina que de cara al
lector -yo- me sentí obligado a pegarle, como el pellizco disimulado que la
mamá le pegaba a uno cuando se portaba mal en casa ajena. Usted sabe bien
cuánto lo admiro y aprecio, pero en esto me temo que se le iba yendo la mano.
893. ¿Se
puede ser a un tiempo el hazmerreír y el hazmetemblar de un sitio, pongamos la
Tierra? Sí que se puede, y la prueba se empezó a forjar por allá en 2016 pero
amenaza con materializarse durante el cuatrienio que dio comienzo el 20 de
enero de 2025. Mejor dicho y para que comprendan el fenómeno más que atípico de
que la hilaridad que ocasiona lo ridículo delirante logre mezclarse con el
repelús que provoca lo espantoso distópico, sírvanse de la literatura y lean del
gran Manuel Rivas un cuento titulado ‘Conga, conga’.
Adenda:
le vendería ya mismo el alma al diablo por que al par de malpariditos malos del
relato -un tal Trump y un tal Musk- se les apareciera, de improviso, un Pico
dispuesto a impartir justicia poética, y ojalá con la terneza que emplea en sus
mazmorras el bicho del Kremlin. A quien por otra parte tanto admira la
cacocracia plutócrata gringa.
894. Utopía:
que nazca en Colombia un Lucio Emilio Paulo Macedónico que nos gobierne.
Desencanto: el de la condena que supone, mientras se fragua el prodigio
-primero sobreviene la parusía-, sufrir en la presidensia a los Samper, los
Patraña, los Titeriván y los Esperpetro tan representativos del desatiento de
sus votantes.
895. Aquí
le dejo a la posteridad, transcrita y adelantada, parte de la tarea de
juzgamiento de una de las mayores necedades de nuestro tiempo, tan demasiado
pródigo en idioteces:
“…Pueden
sacarse varias conclusiones interesantes de este episodio. En primer y destacado
lugar, que es más fácil librarse de la religión que de la superstición. Como
señaló Chesterton (especialista en estas cuestiones) hay gente que cuando deja
de creer en Dios empieza a creer en cualquier cosa. Lo mismo que algunos creen
que basta con proclamarse de izquierdas para gozar de gran superioridad moral
sobre la gente de derechas […], los ateos tipo FFR dan por hecho que como
veneran a Darwin y a Stephen Hawking son más racionales que los lectores de los
Evangelios.
Lo cual
no es nada seguro, porque quienes aplican la ciencia para resolver problemas
que no pertenecen al ámbito científico son tan supersticiosos como quienes
recomiendan exhaustivas prácticas de buceo para cruzar el desierto del Sahara.
Bucear es una destreza útil, pero no en el Sahara; el método científico es
insustituible en muchos campos pero no para demostrar que Dios no existe o, aún
peor, para probar que existe como últimamente algún despistado pretende poner
de moda. Es posible que cualquier monsieur Homais actual se burle
compasivamente de quienes creen que una virgen pudo concebir un hijo y que
además no fuese un bebé probeta sino un bebé profeta; pero tal creencia no es
más absurda que sostener que el sexo no es una determinación biológica sino una
opción aleatoria de la voluntad humana. De hecho es más absurda esta última,
porque con buena voluntad el dogma de la Inmaculada Concepción puede ser
interpretado de forma simbólica o poética, mientras la ideología trans se
pretende tan materialista como la mecánica de fluidos.
Quienes
rechazamos el adoctrinamiento religioso en la escuela (separación del Estado y
las iglesias) tenemos que ser igualmente opuestos a que se predique en ella la
ideología de género o la mojiganga trans. Es de celebrar que en el mundo
anglosajón vaya habiendo personalidades intelectuales destacadas como Dawkins,
Pinker, Coyne o mi admirada J. K. Rowling que desautoricen públicamente una de
las supersticiones más dañinas de nuestra época.
Y no se
trata de transfobia o de ninguna otra ‘fobia’, salvo quizá la mentirofobia que
debe sentir cualquier persona decente. Lo de recurrir a la fobia, es decir a
una especie de enfermedad maligna o posesión demoníaca para desacreditar a
quien se opone a ideologías criminógenas o conductas dañinas es el truco de quien
quiere blindar su postura sin argumentar. Hay gente que puede estar muy
equivocada sin culpa por su parte y podemos desmentirles sin tener ninguna
animosidad contra ellos.”
Adenda:
no veo por qué no pueda hoy un ciego, un sordo, un paralítico y una fea -ténganme
paciencia que un día de éstos me ocupo de otras desgracias- aprovechar estos
tiempos de autopercepción para exigir, si se precisa mediante fallo judicial y
en su orden, la licencia de conducción, ser integrante de un jurado en un
concurso de música clásica, pertenecer a la selección de fútbol de su país con
miras a un Mundial o la corona de misuniverso. ¿Acaso mi vecina, con semejantes
tetas y esa voz tan dulce que acaricia, o mi vecino, con tremendo bigote y
herramienta entre las piernas, no alegan que se llaman ahora ella Ramiro y él
Angélica? ¿Por qué ellos sí y nosotros no? ¿Van ustedes a privarme del derecho
de sentirme vidente no más porque si no ando con mi bastón blanco me doy contra
las paredes o me precipito dentro de la primera alcantarilla sin tapa que
encuentre saliendo de la casa? ¿Le van ustedes a negar a mi amigo el sordo, que
jamás podrá establecer si quien canta es un desafinado cualquiera o un Camilo
Sesto, la posibilidad de que vote por la mejor interpretación del Concierto para
piano y orquesta número 2 de Brahms? ¡Protesto! Si mis amigos el paralítico y
la fea se autoperciben un gran atleta él y la más irresistible de las criaturas
ella, ¿quiénes son ustedes para decirles que renuncien a ese derecho que,
felizmente, consagra la absurdidad de nuestro presente?
896. “He
sido un revolucionario sin ira; espero ser un conservador sin vileza”, declaró
Savater en un tiempo que una búsqueda a vuelo de pájaro por Google no me ayuda
a dilucidar, aunque eso es lo de menos. Lo de más y de verdad importante es que
el Savater de hoy, tan agudo y cáustico como aquel que descubrí hace ya unos
cuantos años, coquetea tan a menudo y tan en serio con causas y lecturas de la
derecha más reaccionaria y vil que no se me antoja descabellado que no pocos
lectores ponderados y juiciosos del futuro le afeen a este filósofo, que le ha
dedicado al asunto de la ética cientos y cientos de páginas, su desdén por
-verbigracia- los efectos más que manifiestos del cambio climático y por
-verbigracia- quienes contra él luchan de facto, para no hablar de la lavada de
cara que les acaba de pegar, en un artículo que tituló ‘Israel y Hamás: la
pulsión genocida’, a los criminales de guerra presididos por Herodes Netanyahu
el Crudelísimo. Les juro que no bien leí el titular, me alegré por anticipado
de que por fin alguien planteara algo que vengo rumiando desde hace mucho aunque
con particular intensidad desde el 7 de octubre de 2023: que si los más
radicales y violentos de cada bando pudieran exterminar hasta el último
palestino y judío que holle la tierra, lo harían sin dilaciones ni
contemplaciones, precisamente porque en los unos y en los otros late una
idéntica pulsión genocida. Pero vayan ustedes y lean los argumentos desdentados
con que don Fernando, conocedor de los entresijos de la naturaleza humana, desvirtúa
la realidad de su titular: de la misma factura que los fabricados por la
extrema izquierda para hacer aparecer a los palestinos como a víctimas del todo
inocentes de un régimen oprobioso y a sus yihadistas como a rebeldes que luchan
por la liberación de sus connacionales. La diferencia estriba en que ni de un
mamerto ni de un reaccionario yo espero objetividad o apego a la verdad: de
Savater sí. Lastimosamente él, en su lucha a muerte contra la wokeizquierda
hiperpacata, ha terminado por confundirse y ver hasta en la última de sus
reivindicaciones majaderías dignas de mofa y pitorreo, cuando lo cierto es que
las tienen asimismo válidas.
897. ¿De
cuántos escritores y escribidores vivos y de valía puede asegurar usted hoy que
honran, con la valentía que demandan los tiempos de sectarismos canceladores
por entre que chapoteamos, estas palabras de Tristram Shandy: “…-Tengan ustedes
por seguro, buena gente,-que (sin la menor consideración hacia aquellos
lectores cuyos delicados estómagos puedan sentirse ofendidos por ello) no
tendré reparos de ninguna clase a la hora de elegir mis palabras”? ¡Así se
habla y así se procede, maestros Fernando Vallejo, Andrés Trapiello, Fernando
Savater…!
898. Oye
uno las noticias de la guerra desatada a comienzos de 2025 en el Catatumbo por
las escorias estas del ELN con sus decenas de muertos y miles de desplazados, y
no queda sino protestar al unísono con Savater: “¿Ven? Pobres canallas, ellos
sólo saben ser criminales en activo, del tiempo pasado de los asesinos, y no
entienden que ahora están en un tiempo nuevo: el de los asesinos satisfechos de
haberlo sido y que cobran políticamente por haber dejado las armas” (desde el
Esperpetro, que con sus gamberradas indignifica -aún más- la presidencia de la
República, a su ceroalaizquierda comisionado de paz que no sirve ni paestorbar,
pasando por los más o menos diez sapos tan difíciles de tragar que nos ha
tocado ver saltar por entre las curules del Congreso).
899. Pero
qué se van a imaginar las brujas y las locas de los dos sexos de los chismes de
la farándula que tienen, en un tremendo personaje de Dostoievski llamado
Lebediev (“¡Lebediev lo sabe todo! ¡Lebediev no ignora nada!”), al precursor
por excelencia del deslenguamiento y la maledicencia de su oficio.
900. ¿No les parece a ustedes paradójico que yo, que nunca me he mirado propiamente en un espejo y que por proceder de la estirpe de Tiresias me quedo al margen de la conversación cuando el tema es el tipo de belleza femenina que subyuga a nueve de cada diez hombres videntes -y me quedo corto-, disfrute de un tesoro del que los más de ellos no: un álbum de beldades literarias que eterniza, en el colmo de lo deseable, a púberes y adolescentes, así como a mujeres en sus veinte o en sus treinta que evocan necesariamente una cosa y la otra? Pero como no hay anverso sin reverso, aquel álbum mío y sólo mío contiene un número quizá equivalente de fealdades que, irónicamente y no porque sus demiurgos se hubieran propuesto forjar moralejas baratas, están dotadas de una belleza inmaterial que ya se querrían mis bellas y no se diga las del todo ajenas: Quasimodo, Alfonso Rivas el personaje de Mario Mendoza, Renée Michel, el hijo de Bird el personaje de Kenzaburo Oé, Marianela, Down el personaje de Manuel Rivas, el enanito de Wilde y unos cuantos más que ahora se me escapan.